a quema de la casa de un campesino en una zona del Parque Natural Nacional de Los Nevados, en jurisdicción rural de Herveo (Tolima), hace una semana, no puede pasar desapercibida para las autoridades. De acuerdo con relatos de vecinos de la vereda La Quiebra, donde sucedió el hecho, el ataque lo habrían perpetrado unos 10 encapuchados, quienes le echaron fuego a la vivienda y luego huyeron.
Se trata de una acción terrorista típica de actores armados ilegales que quieren sembrar el terror y sacar el mejor provecho del miedo que provocan en los pobladores de esa región, ante lo cual se necesita que las autoridades tomen cartas en el asunto, y no se queden esperando a ver si aparecen nuevos ataques, sino que emprendan en forma inmediata un operativo especial que logre devolverle la calma a esa región estratégica de límites entre Caldas y Tolima.
Las primeras pesquisas permiten pensar en algunas hipótesis, todas inquietantes, que deben ser investigadas a fondo y actuar para no permitir que el problema se crezca. Por un lado, podría tratarse de una nueva banda de extorsionistas que pretende castigar a quienes no les siguen el juego de entregar los dineros que exigen. También se especula que se haya reactivado el llamado grupo Bolcheviques, fracción del Eln que hasta hace unos años delinquió en una amplia zona de la Cordillera Central. Ambas son posibilidades muy complejas.
Como sea, es un asunto que requiere atención inmediata. Ya hemos visto en el pasado que por no haber reaccionado a tiempo y ponerle freno a esta clase de actos terroristas, lo que se han generado son masacres, fenómenos de desplazamiento, rápido fortalecimiento de estructuras delincuenciales que luego es más difícil combatir. Ejército, Policía y autoridades civiles de la región están en mora de sentarse a trazar una estrategia conjunta que frene estos brotes de violencia. Debemos demostrar que hemos aprendido algo de los tristes episodios que nos tocó vivir durante la década pasada en el oriente de Caldas, por ejemplo.
Los campesinos del sector tampoco deben dejarse amedrentar de los delincuentes, y mantenerse en la actitud de no ceder a sus exigencias, sino más bien denunciar con muchos detalles estos hechos, con el fin de poder identificar claramente a los responsables. Solo si hay unión de objetivos entre la comunidad y las autoridades será posible evitar que ese fenómeno de intimidación se fortalezca y que se termine escalando y generando nuevos problemas totalmente indeseables en nuestra región.
Las autoridades de Caldas y Tolima deben sentarse a coordinar tareas, pues hay muchos intereses comunes que se ponen en riesgo, si persiste la presencia de estos criminales, no solo lo relacionado con el Parque Natural, como tal, y las actividades de turismo, sino por proyectos como el de la nueva vía desde Mariquita hasta Murillo (Tolima), y su posterior conexión con el sector de La Esperanza en Manizales. Es fundamental que se haga un trabajo conjunto, pues de otra manera la delincuencia ganará espacios fácilmente y frenarlos después será una tarea más difícil.
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