La Contraloría General de la República acaba de demostrar una vez más su incapacidad para brindar los resultados que los ciudadanos esperan de ella. La decisión -a tan solo días de que se cumpla el tiempo para la prescripción- de anular toda la actuación en la investigación que inició en enero del 2011 por posible detrimento patrimonial en las obras del Aeropuerto del Café dejan en evidencia que no hay guardián en la heredad y que los ciudadanos no pueden esperar que haya claridad en temas que ponen en ascuas un macroproyecto decisivo para el desarrollo de la región. Mal por los investigadores que se tardaron cinco años en dar conclusiones y mal por quien decide echar para atrás todo, dejando la sensación de impunidad.
Este es un capítulo más en la larga lista de decisiones que solo sirvieron para el escándalo en las contralorías, hoy en la Nacional, antes en las departamentales y locales. Ya lo hemos dicho en varias oportunidades en este mismo espacio. Estos organismos se convirtieron en excelentes anunciadores de hallazgos fiscales, de los que se habla con bombos y platillos, pero que terminan en cierres por la puerta trasera de investigaciones sin identificar responsables, sin recuperar los dineros del Estado, que debería ser prioridad, y eventualmente sacan pecho porque se sanciona a cualquier segundón que poco o nada tuvo que ver con los desfalcos al Estado.
Lo peor es que en este caso todo prescribe porque la Ley determina cinco años para que esto suceda, pero los demás organismos siguen sin tomar decisiones. ¿Dónde está la Procuraduría, dónde la Fiscalía, dónde los jueces? Por eso al final queda el tufillo de que la politiquería hace cada vez más de las suyas. Después de que se convirtió en noticia nacional el reclamo a la Alcaldía de Bogotá por nombrar en la secretaría de Ambiente a quien fue el gerente de Aerocafé cuando se presentaron los problemas empiezan a moverse por fin los procesos. En la Contraloría para decretar nulidades y en la justicia ordinaria para dar cuenta de juicios penales por hechos cometidos en la gerencia de Francisco Cruz, no en Aerocafé, sino en Corpocaldas hace 10 años. ¿Cómo no se va a pensar mal, quién mueve esto? Si hay responsabilidades debieron definirse hace rato, no una década después. Esto no tiene sino que avergonzar a los organismos de control, a quienes los dirigen y a quienes eligen a los que ocupan estos cargos.
Bastante mal le hicieron las malas decisiones al proyecto Aeropuerto del Café, a las que se les sumaron las dudas del Gobierno Nacional para seguirle apostando a la obra más importante para Manizales y Caldas, pero peor cuando las denuncias hechas en su momento no llegan a ningún lugar. Seguramente en breve veremos cómo se abren nuevas investigaciones, pero este antecedente es funesto para lo que puedan ser los futuros resultados. Ahora que no salgan con el cuento de que ante la falta de responsables en el descalabro de la obra, menos que habrá posibilidades para rescatar este macroproyecto, pues son dos asuntos diferentes. Este tipo de actuaciones son las que generan desconfianza en el Estado, ¿cómo hablar de institucionalidad si las instituciones parecen hechas para fracasar en donde se necesita que funcionen? Los organismos de control no pueden seguir haciendo este tipo de papelones.
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