La situación de la Gobernación de Caldas está dejando de ser una mala novela para convertirse en una desagradable obra de ciencia ficción. Cada nuevo capítulo es como para no creer. Si la propia realidad jurídica del gobernador Guido Echeverri Piedrahíta tiene elementos exóticos, como que se haya notificado su suspensión provisional cerca de cuatro meses después de producirse el fallo inicial, lo que se ha desprendido de tal actuación viene siendo aún más insólito.
Primero fue la muy rápida designación del exministro de Ambiente Gabriel Vallejo para que le recibiera el cargo a Echeverri mientras el Partido de la U le entregaba una terna al presidente de la República, para escoger de allí a quien se encargaría mientras se resuelve de fondo en el Consejo de Estado la situación del mandatario. Todavía Vallejo no había recibido la notificación de su nombramiento, cuando el partido ya había enviado esa terna, la cual por diferentes razones no podrá ser tenida en cuenta y tuvo que ser cambiada.
Así las cosas, la designación de Vallejo terminó siendo una molesta improvisación, que generó expectativas en la región, pero que ahora no puede concretarse. Lo mismo ocurrió con la terna en la que aparecían la directora del Ceder, Adriana Arango; el exrepresentante a la Cámara, Jairo Quintero, y el exministro Germán Cardona. Impedimentos de Quintero, relacionados con la edad, y la certeza de que Cardona no podrá aceptar ese encargo obligaron a que haya cambios en los nombres de los postulados.
La verdad es que Caldas no merece que pase el tiempo sin que un asunto tan delicado, como la presencia de un gobernante estable al frente de sus destinos, sea resuelto. Las disputas políticas sin fundamentos que apunten hacia el bien del departamento, han llevado a una seguidilla de hechos perjudiciales para la región, empezando por la demanda que quiere llevar a la nulidad de la elección de Echeverri, quien en las elecciones del año pasado obtuvo la más amplia votación para ese cargo en toda la historia. Todo lo que ha ocurrido de ahí en adelante se ha convertido en un enredo del que cada vez resulta más difícil salir.
Llegó el momento de pensar en serio en el bienestar del departamento. Los dirigentes políticos de Caldas deben colaborar para que el presidente de la República, Juan Manuel Santos, pueda escoger cuanto antes a quien estará al frente de la Gobernación hasta que el Consejo de Estado se pronuncie de fondo.
Ya es justo que se acabe tanto juego y que haya quien tenga no solo la voluntad sino las calidades suficientes para asumir la Gobernación, ojalá no por mucho tiempo, ya que lo ideal es que también haya celeridad en el Consejo de Estado para resolver el caso de Echeverri, y ver si puede continuar en el cargo hasta el 2019, como está previsto, o si es necesario llamar a nuevas elecciones, lo cual sería lamentable aunque mejor que una larga interinidad.
Son demasiadas personas en muy poco tiempo las que han pasado por la Gobernación de Caldas en los últimos ocho años, eso es algo que afecta las posibilidades de proyectar un futuro y de trabajar de manera seria y continua por los objetivos fundamentales de la región. Es necesario que muy pronto se acabe este fastidioso capítulo, y que empecemos a escribir una mejor historia que nos hable de estabilidad en el gobierno, de desarrollo económico y social, y de lucha contra la politiquería y la corrupción.
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