yer, 31 de julio, se cumplieron cinco años del primer matrimonio igualitario en Argentina. En esa ocasión José Luis David Navarro y Miguel Ángel Calefato contrajeron nupcias, lo cual fue festejado esta semana con una ceremonia íntima en la que se resaltó su condición de hito en la materialización de la ampliación de derechos de diversidad sexual en ese país. En Colombia, mientras tanto, el pasado jueves la Corte Constitucional escuchó en una audiencia pública que duró ocho horas a los voceros de las comunidades que están a favor de que Colombia apruebe ese tipo de matrimonio, reclamo que viene desde hace varios años, pero que no ha podido concretarse. Quienes se oponen a este paso también tuvieron espacio para exponer sus argumentos.
Quedó claro que el alto tribunal tiene un plazo de 30 días para elaborar una ponencia en la que avale o niegue el matrimonio igualitario. Esperamos que no haya más dilaciones y que, finalmente, se pronuncie, en el sentido que sea pero que las comunidades LGTBI no tengan que seguir en la incertidumbre. Ya ha pasado demasiado tiempo sin que el Congreso de la República decida en este asunto, como también lo ha evadido en otros temas polémicos como la eutanasia, el aborto y la adopción por parejas homosexuales, por ejemplo. La Corte debe ser la que tome la determinación de fondo.
Hay que resaltar pronunciamientos como el del delegado del Alto Comisionado de las Naciones Unidas Auro Fraser, quien en esa audiencia pública hizo un recuento de los avances internacionales en esta materia e hizo un llamado a los magistrados para que tomen una decisión, tomando en cuenta la importancia de proteger legalmente los derechos de las parejas del mismo sexo, tal y como se les reconoce a las heterosexuales. En la medida en que eso se respete tendremos una sociedad más igualitaria.
Las libertades individuales tendrán que estar siempre por encima de generalizaciones prejuiciosas que solo confunden y profundizan los conflictos sociales. Además, todas las personas tienen derecho a ser libres e iguales ante la ley, sin importar sus inclinaciones sexuales. Debemos ser conscientes de que nuestra sociedad es cambiante, y que así mismo el concepto de familia evoluciona y debe sintonizarse con la cultura y con los conceptos orientados a una mejor convivencia social. Ahora bien, la dificultad está en definir si el matrimonio es un asunto civil o religioso, pero más allá de esa polémica es fundamental que se piense desde una perspectiva de Estado laico.
Una sociedad democrática, justa y equilibrada debe superar todo tipo de discriminaciones, entre las cuales hoy se cuenta en Colombia el rechazo que viven quienes tienen relaciones homosexuales y pretenden formalizarlas y darles permanencia legal. Es fundamental que desde el Estado haya un respaldo a la garantía de estos derechos, que cada vez son más debatidos en el mundo, pero al mismo tiempo cada vez más respaldados por las sociedades, como una expresión de modernidad, con la que se pueden dejan atrás prejuicios de corte medieval que se manifiestan en actitudes homofóbicas, por ejemplo.
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