laro que hay cambio climático, por supuesto que las lluvias causan crecientes que arrasan con lo que encuentren a su paso, pero no es esa la razón única de las tragedias como a veces se pretende. El deslave que se presentó en el corregimiento Las Margaritas en Salgar (Antioquia), que cobró la vida de por lo menos 80 personas y un número indeterminado de desaparecidos, obedece a la forma en que crecieron muchos de nuestros municipios andinos. En altas montañas, al lado de quebradas y amenazados siempre por derrumbes. Es la mano del hombre que ha ocupado espacios y se ha extendido en ellos de manera que se genera un riesgo.
La tragedia del suroeste antioqueño se siente como propia en nuestras montañas caldenses, pues es la realidad que viven muchos de nuestros municipios, corregimientos y veredas, atravesados por quebradas, que nacen en la alta montaña y bajan encajonadas, las cuales representan un peligro cuando sufren represamientos, pues cuando revientan lo hacen con una fuerza que no hay manera de salvarse si se encuentra en su camino. Por ese motivo es bueno que los planes de emergencia en nuestras localidades sean certeros y se cuente con alarmas y otro tipo de elementos que ayuden a prevenir futuras desgracias.
En las laderas del Río Claro en Villamaría y Chinchiná, por ejemplo, existen equipos que alertan a los ciudadanos que viven en las riberas para que en caso de una erupción volcánica y de una creciente súbita puedan ponerse a salvo. Aunque debió pasar la tragedia de la erupción del volcán Arenas hace casi 30 años para que se pensara en estos sistemas, ya existen, y deberían usarse en todas las localidades que pueden sufrir también crecientes súbitas, por cuenta de aumentos inusitados en las corrientes de agua.
La reacción oportuna del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo permitió que hubiera atención inmediata a los damnificados y se allegaran las ayudas necesarias para contribuir en la atención más urgente. La visita el mismo día de la tragedia del presidente y de altos funcionarios del Gobierno Nacional da cuenta de la importancia que se le da a esta situación, además de la coordinación sobresaliente de la atención, realizada por la Gobernación de Antioquia. Nada más tranquilizador, después de la tragedia, que ver que el sistema funciona y no hay desorden o generación de mayores riesgos, como a veces sucede en eventos catastróficos.
Ante la situación presentada, bien valdría la pena que quienes hoy están elaborando sus programas de Gobierno de cara a ser candidatos a las alcaldías de sus municipios y gobernaciones piensen en la gestión del riesgo como una prioridad. Mejorar la prevención es clave, sobre todo, en lugares en donde se tiene claramente identificada la amenaza potencial o real y hasta las posibles soluciones, pero no se puede esperar a que las cosas sucedan para que se actúe. Ya se ha visto cómo municipios enteros, como Gramalote en Santander o Armero en Tolima, desaparecieron. Así que deberíamos atender la prevención de riesgo como debe ser. ¿Qué hace cada uno de nosotros para evitarlo o solucionarlo?
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015