Buen anuncio hace el alcalde de Manizales, José Octavio Cardona, de crear la Curaduría cero como una manera de acompañar a los más pobres en la ejecución de las obras de construcción en sus hogares. Es una positiva manera de acompañar a las familias de los estratos 1 y 2 en su proceso de buscar el progreso material y la calidad de vida, ayudando a que todo se haga siempre en el marco de la legalidad y de los criterios mínimos de seguridad para los propios moradores.
Muchas veces, en estos casos, las personas cometen faltas que atentan contra las normas, debido en buena parte a que no se les asesora de la manera adecuada. A la par con las posibilidades sancionatorias hay que hacer procesos pedagógicos que les enseñen cómo deben hacerse bien las cosas. Dice el mandatario que, en sanciones relacionadas con este asunto, se pasó de $25 millones en el 2014 a $800 millones el año pasado, lo que evidencia que falta mucha información en este sentido, y que varias cosas se están haciendo mal.
Es un avance que vale la pena destacar el hecho de que la llamada Curaduría cero logre el acompañamiento de la academia, específicamente de la Universidad Nacional en lo que tiene que ver con los consultorios arquitectónicos y de ingeniería civil, que asesoren a las personas de manera gratuita, para que sus obras cuenten con los criterios técnicos mínimos. Ya una iniciativa similar funciona con éxito en Bucaramanga, así que no existen razones valederas para que no pase lo mismo en Manizales.
Las personas, cuando planean obras en sus hogares, se imaginan muchas veces que si se acercan a la Administración Municipal a contar que piensan hacer una ampliación de sus viviendas, o que pretenden construir divisiones internas o demás modificaciones, el solo costo de la licencia se les quedará con gran parte del presupuesto para la obra. Con esta nueva alternativa que se les ofrece, no solo podrán desarrollar los trabajos de manera profesional y con los materiales adecuados, sino que el permiso que recibirán les dará una mayor valorización a sus viviendas, al quedar refrendado que no existen riesgos para quienes allí habiten.
Ahora bien, aunque es cierto que la Alcaldía no debe alimentar sus arcas con recursos de los más pobres, también en verdad que eso es aceptable en la medida en que haya una actitud proactiva hacia el cumplimiento de las normas. Por eso, si pese a existir la Curaduría cero que brindará las asesorías técnicas necesarias, y hasta incluso asesorías jurídicas a través de consultorios aportados por las universidades con facultades de Derecho, se acometen obras de manera clandestina, será necesario que los responsables sean castigados de manera pecuniaria, pero antes habrá que hacer una pedagogía muy completa.
En el mediano y largo plazo esto va a servir para que los barrios mejoren su aspecto, igual que la estructura misma de todas las viviendas de esos sectores, y desde el punto de vista de la prevención del riesgo en caso de fenómenos naturales también podrá darse un cambio significativo. Manizales, por su topografía, tiene que ser más exigente en la manera como se construye, y las viviendas más pequeñas y humildes también deben ser compatibles con este principio, sin que a las personas eso les implique costos adicionales.
También es bueno que esté previsto que la curaduría quede ubicada en el Cisco de Bosques del Norte, al alcance para gran parte de los manizaleños de estratos 1 y 2, y que en esa misma sede se piense instalar una dependencia de la Registraduría del Estado Civil, para facilitar los trámites ante esa entidad. Solo resta esperar que ambas iniciativas del alcalde Cardona funcionen de la manera en que se tiene prevista.
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