umaco, donde viven cerca de 160 mil personas, se quedará sin agua potable hasta el próximo agosto, como mínimo, debido a las graves consecuencias del vertimiento de cerca de 410 mil galones de petróleo en Nariño, el cual surgió de un atentado terroristas de las Farc al Oleoducto Transandino la semana pasada. Además, los daños ambientales que se han reportado son de enorme gravedad y son calificados como irreparables. Aves, peces y mamíferos en enormes cantidades han muerto por la contaminación que produce el hidrocarburo, y aunque ya se trabaja en las soluciones, hacia futuro se tendrán muchos daños más.
Ahora salen las Farc, a través de su negociador en La Habana (Cuba) Carlos Antonio Lozada, a decir que se trató de una acción con efectos "no deseados". Se trata, en realidad del colmo del cinismo, que tiene que ser rechazado con vehemencia. ¿Qué es, entonces, lo que desean? Lo que se ve es que sus acciones no solo causan desastres ecológicos, sino que atemorizan a poblaciones enteras y dejan nuevas estelas de muertos inocentes. Si no es eso lo que desean, lo que tienen que hacer cuanto antes es avanzar con rapidez en los acuerdos de paz y ponerle punto final a la guerra.
Esa agrupación subversiva sigue cometiendo profundas equivocaciones, tratando de mostrar una fuerza en contra del Estado cuando lo único que logran es el repudio general y una mayor incredulidad acerca de su pretendida voluntad de paz. Es urgente que enderece el camino, que no siga amenazando poblaciones y poniendo a la gente en contra de los agentes legales de la seguridad nacional, que no haya ni un atentado más a las infraestructuras energéticas y petroleras, que acepten sus responsabilidades frente a las víctimas, que entreguen a los menores de edad que permanecen en sus filas y no insistan en burlarse de los colombianos.
Lo que está viviendo el Océano Pacífico al sur de Colombia es, sin lugar a dudas, el peor desastre ecológico en muchos años en la historia del país. Todo a causa de la irracionalidad de un grupo armado ilegal al que la sociedad colombiana quiere darle la oportunidad de reformarse, pero que de manera obtusa desprecia la mano tendida y se propone mantener sus acciones demenciales. A las graves consecuencias ambientales y los problemas para el suministro de agua potable, hay que sumar que unos 7 mil pescadores se quedarán sin sustento por un buen tiempo, debido los actos supuestamente "no deseados" de las Farc. ¡Hay que parar ya tanta irracionalidad!
A esa guerrilla también se le puede aplicar los regaños emitidos recientemente por el papa Francisco, quien se quejó de que no se tomen en el mundo medidas serias para frenar los desastres ecológicos que están poniendo en riesgo la sobrevivencia de la humanidad. Así como los grandes capitales son responsables de parte significativa del deterioro ambiental que ha sufrido el planeta en las décadas recientes, si se cuentan los constantes ataques de la guerrilla a las infraestructuras petroleras en Colombia, así como la deforestación de bosques naturales para cultivar coca o hacer minería ilegal, no hay duda de que les cabe una enorme responsabilidad, lo que tiene que ser rechazado por todas las organizaciones ambientalistas.
La recuperación ambiental, social y económica de esta importante zona del país requerirá de cuantiosas inversiones del Gobierno. Se requiere, además, un completo plan orientado a que todas estas zonas hallen pronto nuevas alternativas para su futuro, pero lo más urgente es que las Farc se salgan del círculo vicioso de su estupidez.
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