as cifras son contundentes. En 14 años, la matrícula de estudiantes en colegios oficiales de Caldas disminuyó en casi 96 mil. Esto preocupa, pues confirma una realidad: el departamento tiene la menor tasa de natalidad en el país, según confirma la Dirección Territorial de Salud. Esto invita a que se busque la manera de sincerar las cifras, de mantener una estadística real de crecimiento poblacional, ante la falta de un censo riguroso actualizado que determine qué ha pasado con la población del departamento. De acuerdo con la percepción de varios mandatarios locales y pobladores, la mayoría de municipios va a tener una reducción importante frente a las proyecciones de crecimiento que estimaba el DANE, lo que puede ser catastrófico para las finanzas y los intereses regionales.
Mientras no se les brinde calidad de vida a las personas en los municipios y en el campo seguirá existiendo la tentación para sus habitantes de creer que en las ciudades o en centros poblados de más personas van a encontrar mayores oportunidades y por eso muchas veces prefieren abandonar lo poco seguro que tienen en una parcela para arriesgarse al azar de llegar sin nada a otro lugar. Si se corre ese riesgo es porque el Estado está fallando en brindarles a los ciudadanos las mínimas condiciones de vida que los aten y les permitan soñar con lograr resultados mejores.
Si a esto se suma que además hay un desbalance, pues la tasa de natalidad en sectores socioeconómicos con menos oportunidades es más alta que en otras, se corre además el riesgo de que se incremente la brecha social entre ricos y pobres, en un país que está entre los que lideran esta vergüenza. No se trata de que tenemos que ser muchos. Es una tendencia mundial lo que sucede aquí, pero lo lamentable en nuestro caso no es porque se decida así, sino porque hay desplazamiento, hay falta de oportunidades y un importante sector de la población no ve que la educación sea la salida para la pobreza en la que se encuentra y por eso no la estima prioritaria.
Y se continúa dejando a nuestros municipios abandonados. Ya lo dijo el alcalde de Marulanda cómo en cuatro años esa localidad no ha recibido un peso del Invías para vías terciarias. El asunto de la educación debe ser integral. Se requieren vías que garanticen el acceso a los centros de estudio sin peligros, salud para que se puedan atender a los niños, nutrición para que asistan motivados y con el cerebro dispuesto a aprender, y oportunidades al terminar su ciclo escolar. No debería ser tan difícil, pero no se ven las soluciones, solo espasmos cada tanto, una buena idea, que se diluye con el tiempo.
Las gobernaciones deberían preocuparse mucho más por brindar ese apoyo técnico a las localidades para trazar un futuro que cree esas oportunidades, en lugar de perderse en la duplicidad de funciones frente a las responsabilidades de la Nación y de los mismos municipios, pero estamos lejos de que esto suceda. La única razón por la que en la nueva Constitución tienen sentido los entes territoriales departamentales es para brindar la asistencia técnica y la planeación interterritorial, pero es de lo que menos se ocupa. Todo está por hacer y mientras no se haga podremos llevarnos peores sorpresas en un futuro que no parece nada lejano.
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