Se ha dicho que Manizales es una ciudad educadora. De distintas maneras esa valiosa cualidad se ha venido consolidando en diversos escenarios, aunque todavía falta mucho para que ese destello que es reconocido nacionalmente traspase las fronteras y se convierta en un distintivo ante el mundo. Ahora, al conocer casos como el de Lukas Tamayo-Orrego y el de Óscar Jaramillo Bernal, podemos decir que la ciudad se encamina a demostrar que las mentes nacidas aquí van teniendo cada vez más figuración en los ámbitos de la ciencia, la tecnología y la creatividad, en general.
En el primer caso, Tamayo-Orrego es un médico egresado de la Universidad de Caldas, quien en Canadá participó en un estudio acerca de una proteína que podría ayudar a frenar el avance de tumores cancerígenos que atacan, principalmente, a niños. El galeno caldense desarrolla un doctorado en neurociencias desde hace dos años y medio en Norteamérica, donde proyecta continuar sus estudios antes de regresar a Colombia. La esperanza es que sus conocimientos ayuden a salvar muchas vidas en todo el mundo, y que en nuestro país pueda hallar el camino para seguir aportando a la ciencia.
Es necesario que en Colombia, y muy especialmente en Manizales, se fortalezcan cada vez más las infraestructuras que les permitan a nuestros científicos desarrollar tareas de investigación que estén orientadas a resultados revolucionarios. La experiencia de Tamayo-Orrego evidencia que el país puede contar con el capital humano para destacarse en estos campos del saber que creemos exclusivos de las grandes potencias mundiales, cuando con el acompañamiento de herramientas tecnológicas aquí también podrían lograrse resultados sobresalientes.
Con la existencia en Manizales del Centro de Bioinformática y Biología Computacional (Bios) se están dando pasos decisivos en esta dirección, en donde es posible realizar complejos análisis de ADN con diversidad de utilidades para el mundo de la medicina y otras áreas que podrían tener repercusiones en numerosos campos científicos y en el sistema productivo.
La semana pasada también se dio cuenta acerca del invento del manizaleño Óscar Jaramillo Bernal, quien con un motor alemán de 101 caballos de fuerza y tres bombas hidráulicas creó una máquina para remover malezas que invaden lagos y lagunas. Aunque el aparato aún no tiene un nombre y se encuentra en proceso de patente, ya recibió el respaldo económico de Colciencias ($224 millones), de EPM y otros aportantes particulares, con el objetivo de avanzar en su desarrollo y perfeccionamiento.
El aparato ya ha sido probado con éxito en el embalse de Cameguadua de la Chec, en Chinchiná, y su ventaja es que logra extraer la maleza y escurrirla, sin tener que soportar los grandes pesos que caracterizan a otras máquinas. De esta manera, con tecnología local y la mente creativa de manizaleños se fabrica un aparato que podrá ser muy competitivo en el mercado y que será ejemplo de que también en ciudades como Manizales se pueden hacer máquinas de complejidad tecnológica y gran tamaño.
Si miramos hacia atrás, y observamos experiencias como la del Caldense del Año 2013, Simón Vélez, y su uso creativo de la guadua, y así como muchos ejemplos más que desde hace tiempo tenemos en la ciudad, pronto podríamos pasar a denominar a Manizales como ciudad creadora, de donde surgen cerebros capaces de inventar e investigar sobre los principales problemas de la humanidad.
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