Se realizó durante cuatro días y hasta el sábado pasado en Panamá la 17ª Conferencia Internacional Anticorrupción que convoca Transparencia Internacional. En esta oportunidad tuvo como eje central el Tiempo de justicia: equidad, seguridad y confianza, en épocas turbulentas de corrupción trasnacional y cuando en muchas partes la percepción depende de la cantidad de recursos públicos de los que se apoderen gobernantes o privados. En algunos lugares ya se ha vuelto costumbre que las pequeñas corrupciones no se investigan, pues son inanes frente a la capacidad depredadora del fisco que tienen los grandes corruptos.
Se realizó esta actividad en un país cuestionado por la falta de confianza, la cual se da simple y llanamente porque la estructura de este puerto libre se funda en la conveniencia de ser un paraíso fiscal, en donde cualquiera puede montar empresas de todo tipo con apenas un documento de identidad y a través de otros. La triangulación de las empresas off shore que se constituyen en la mayoría de los casos para evadir impuestos en sus países de origen o para el lavado de activos se reflejó claramente con el destape de los Papeles de Panamá, la mayor filtración de documentos, la cual aún no se conoce en toda su dimensión, según relatan los propios periodistas que lideraron este trabajo, más de 300 en el mundo.
Al final de la conferencia se suscribió la Declaración de Panamá en la que se insta a los países a combatir la corrupción y a aliarse con las empresas bien intencionadas. Los ganadores del premio a la Transparencia del 2016, que otorga Transparencia Internacional, fueron los integrantes del grupo de fiscales de la investigación que se ha conocido como el Lava Jato y que tiene indignada a la sociedad brasilera que se ha dado cuenta de los niveles de corrupción de su país, la misma sociedad que sigue saliendo a la calle a apoyar a estos fiscales.
Resulta que el premio no es solo porque se trata de un grupo valiente de funcionarios judiciales que hacen su trabajo con eficiencia y sin temores, sino que inclusive promovieron una ley que mejore la transparencia en su país, que obligue a tomar medidas para combatir la corrupción, propuesta que tuvo el respaldo ciudadano y llegó al Congreso como una iniciativa popular, pero duerme el sueño de los justos. Los fiscales al recibir el premio en Panamá manifestaron que renunciarán si se hunde esta reforma.
Lo que queda claro de esta Conferencia Anticorrupción es que los delincuentes son cada vez más sofisticados, que usan redes de apoyo en varios países, ocultan sus dineros en paraísos fiscales, tienen testaferros que cuidan sus negocios y en muchos casos son protegidos del poder o son quienes lo ejercen.
Por eso se requiere de una ciudadanía vigorosa que sea capaz de confrontar este flagelo, pero para eso se requiere de transparencia, se necesita que la información pública circule sin contratiempos, que se pueda conseguir con facilidad y que el periodismo pueda ejercer su oficio libremente, cosa que no sucede en muchos países. En Panamá se encuentra detenido el periodista holandés Okke Ornstein, precisamente por los Papeles. Así que es importante apoyar las iniciativas de organizaciones que propenden por la lucha contra la corrupción, pero la que tiene que dar ejemplo es la justicia, como en Brasil. Si los corruptos se unen, las buenas gentes deben hacer lo mismo para combatirlos.
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