Los nuevos retos del café

Rentabilidad es el gran desafío que tienen al frente los cafeteros colombianos. Terminada la edición 83 del Congreso Nacional Cafetero, los cultivadores tienen en mente claros retos en materia de mano de obra para recolección, consolidación de la estrategia de renovación de cafetales y mejora en las alternativas y costos de la fertilización. El 2016 fue muy bueno para el sector, con un precio internacional estable, una tasa de cambio favorable y un precio interno que les permitió a los productores volver a tener ganancias. La mira del gremio está fijada en el objetivo de llegar en el 2020 a la producción de 20 millones de sacos de café, con una productividad de 25 sacos por hectárea (hoy es de 17,3 sacos en promedio).
Fue conveniente el optimismo durante los días del encuentro, pero está bien que no se haya tenido exceso de confianza, lo cual muchas veces resulta paralizante. La falta de mano de obra es un asunto que nos llena de preocupaciones, porque cada año hay menos personas dispuestas a recoger el café. De acuerdo con el Centro de Estudios Regionales, Cafeteros y Empresariales (Crece) se tiene un déficit acumulado de unos 113 mil empleos anuales en el sector. Para cambiar esa realidad es fundamental avanzar hacia la formalización de este trabajo, con mejores condiciones de hospedaje y demás para quienes, por ejemplo, vienen de otras regiones hacia el Eje Cafetero. Sin embargo, hay que seguir avanzando en las opciones tecnológicas de recolección.
En el espectro de los próximos 10 años se apunta a que todos los cultivadores de café sean totalmente sostenibles, desafío que no es de poca monta si tenemos en cuenta que esta actividad es desarrollada por cerca de 550 mil familias en 15 departamentos del país. Esto tiene que ir unido a la obligación de solucionar el problema de vertimientos, plantear propuestas como los beneficiaderos comunes para reducir el consumo de agua y fortalecer el programa de reforestación. De la misma manera, se necesitarán inversiones cuantiosas en el procesamiento de aguas, lixiviados y residuos sólidos.
Un anuncio importante fue la existencia de la variedad Cenicafé 1, semillas que comenzarán a ser sembradas el año entrante y que prometen dar vida a cafetos mucho más productivos, y con un tamaño que facilita la cosecha. De acuerdo con los investigadores que convirtieron en realidad esta nueva variedad la calidad del grano será mayor, mejorando las expectativas para el mercado del café colombiano. Con esto, el impacto favorable para la economía nacional, en la cual el café sigue teniendo un peso específico, será muy palpable. 
Es muy importante que se continúe y profundice la política de renovación de los cafetales, de tal manera que se tengan árboles jóvenes que con el paso de los años sean más productivos y vigorosos. También es clave que se cuente con una estrategia más consistente frente a los fertilizantes y fungicidas para que cada vez pesen menos en los costos de los productores y se puedan tener cultivos más sanos, más eficientes, más resistentes a cualquier amenaza de plagas o enfermedades, las cuales atentan contra la calidad del grano.

Los cafeteros deben tener claro que la calidad es lo fundamental, que ese es el norte que hay que mantener como prioritario, y que dicho objetivo debe ir de la mano del fomento de los cafés especiales, que son los que cada vez logran que los productores reciban una retribución mayor a su esmerado trabajo. La actividad está atravesando una coyuntura que no puede desperdiciarse, en la que es prudente pagar deudas e imprimirle un perfil más empresarial a los cultivos, con el que los cafeteros se puedan defender de mejor manera en un mercado cada vez más exigente.