Los militares en La Habana

l viaje de cuatro generales y un almirante en ejercicio a La Habana (Cuba), para sentarse en la mesa de negociaciones con las Farc y pactar el cese del fuego bilateral, generó una aguda controversia en Colombia, pues muchos consideran que las Fuerzas Militares no deberían ser rebajadas al nivel de los delincuentes, quienes han buscado por todos los medios asesinar a nuestros soldados.

Hay razones de peso para estar prevenidos, pues ya sabemos de los atrevimientos de los subversivos y es muy posible que los uniformados se estén exponiendo a insultos y recriminaciones infundadas, cuando sus labores han estado enfocadas en perseguir a los criminales como es su deber constitucional. Es más, esa actitud de atacar a la delincuencia y trazar estrategias para evitar que los ilegales ganen fuerza es lo que los colombianos les pedimos cada día, y quienes cumplen cabalmente deben ser vistos como héroes.

Ahora bien, el hecho de que esa comisión esté liderada por el general Javier Flórez, quien lleva varios meses asesorando a los negociadores del Gobierno en materias de índole militar, da tranquilidad, pues él ha demostrado no solo ser un soldado valiente y entregado, sino que durante este tiempo seguramente ha trabajado para que las Fuerzas Militares colombianas estén blindadas frente a los ataques verbales que puedan querer emitir los líderes guerrilleros. Está bien que el Gobierno los tenga en cuenta en determinaciones trascendentales que los involucran, y en las cuales ellos son los que conocen mejor la realidad.

Los militares que están en La Habana les ayudarán a los negociadores del Gobierno a pactar de manera adecuada el punto relacionado con el cese bilateral del fuego. Al ser ellos los expertos en armas y estrategia militar, por conocer las jugadas que normalmente han ejecutado las Farc en combate, y al ser quienes pueden verificar de manera directa si los subversivos están cumpliendo o no las treguas anunciadas, nadie más tiene la experiencia para propender al máximo que las Farc no nos vuelvan a engañar.

Tampoco se puede considerar que el solo hecho de ir a La Habana a brindar estas asesorías les bajará la moral a las tropas, o que se les está irrespetando por parte del Gobierno. Creer que simplemente están siendo utilizadas, o que los jefes de nuestras Fuerzas Militares van en contra de su voluntad, o peor aún, en contra de sus propios principios es también una forma de irrespeto. En esto hay que ser ecuánimes y ver que su participación no puede comprometer en nada su comportamiento futuro, sea cuál sea el resultado de las conversaciones en Cuba. Hay que tener en cuenta que el orden lógico de las cosas es desmovilización, cese del fuego y dejación de armas. Además, hay que exigir que la política que los subversivos pretendan hacer en el futuro tiene que ser sin armas.

Debemos considerar que en un Estado de Derecho las Fuerza Militares deben ser leales al Ejecutivo, al mismo tiempo que cumplen con la tarea de garantizar seguridad al pueblo. Eso es lo que tiene que estarse dando en estos momentos, sin ceder en lo más mínimo ante los guerrilleros. Un cese bilateral solo puede darse como resultado de un acuerdo integral que le ponga fin al conflicto. Es lícito y deseable un desescalamiento, pero sin dar ventajas. En eso los principios de las tropas y su misión tienen que ser respetados.