Reducir el índice de homicidios en Caldas sigue siendo una tarea pendiente. Aunque hay municipios del departamento que se destacan por no presentar muertes violentas, en otros están matando por encima de los promedios anuales, en la mayoría de los casos por hechos asociados a la intolerancia y al consumo de licor en exceso. Desde que los grupos armados ilegales salieron del escenario caldense, el departamento mejoró mucho en la tasa de homicidios, pero luego no ha logrado dar el gran salto a reducirlos a su mínima expresión, sobre todo en la región centro sur.
LA PATRIA publicó el pasado jueves un informe que da cuenta de los homicidios ocurridos en Caldas en los últimos tres meses -junio, julio y agosto-, que en total sumaron 66, un número muy alto para tan poco tiempo, aunque valga decirlo, equivalente a seis menos que en el mismo tiempo del año pasado. De estos, la tercera parte se presentaron en Manizales, mientras que 16 homicidios los aportó Chinchiná, que si se suman a los tres de Palestina llega casi a otra tercera parte del total. La Dorada, que tuvo unos primeros meses de este año muy violentos, en esta oportunidad aportó cinco casos a las estadísticas.
En total 11 municipios registraron homicidios durante esos tres meses, por lo que vale la pena destacar que hubo 16 en los que no ocurrieron muertes violentas y ojalá permanezcan así y deberían incentivarse políticas públicas para ponerse la meta como sociedad de cero asesinatos. En Manizales, se redujeron en seis los crímenes con respecto a los mismos tres meses del año pasado, cuando hubo un incremento en la tasa, mientras que en Caldas solo bajó uno. La Policía Metropolitana debería redoblar esfuerzos en Manizales y considerar extender su cobertura a Chinchiná y Palestina, pues ya lo dijimos, son tres municipios que juntos aportan las dos terceras partes a las estadísticas negativas.
No obstante, no debemos llamarnos a engaños, bien es sabido que las buenas cifras en ocasiones obedecen al pacifismo de nuestras gentes y no precisamente porque las autoridades apliquen correctivos en busca de evitar estos casos. Si los homicidios se concentran en su mayoría en ciertas zonas y municipios hay que realizar mayores esfuerzos para evitarlos o reducirlos. Insistir en el desarme, realizar requisas permanentes, vigilancia constante a sitios y zonas en donde más fácil ocurren estas situaciones.
Ya lo decíamos cuando se presentaron los resultados del Informe de calidad de vida de Manizales: no es posible pensar en que la paz se puede conseguir en una sociedad en donde el 37 por ciento de sus habitantes justifican el uso de la violencia, mientras que el 25 por ciento de ese grupo considera que es posible la justicia por propia mano. Esto seguro es el resultado de la incapacidad del sistema judicial, que tiene mucho de responsabilidad en este deterioro, pues la impunidad es un gran componente del alimento para la venganza o de la falta de persuasión, pues el violento creerá que es muy difícil que la mano de Temis lo alcance, si a casi nadie lo toca.
Para decirlo en términos claros: si se firma el acuerdo de paz en La Habana con las Farc y luego otro tratado con el Eln, en nada afectarán las cifras de homicidios en nuestro departamento. Los crímenes aquí tienen que ver con nuestra forma de comportarnos frente al licor, por las rencillas entre vecinos, por el sicariato, por las peleas por territorios para el expendio de estupefacientes. Así que para bajar los números de muertes violentas vamos a necesitar mucho más que el esfuerzo de otros, más bien se requiere de la aceptación de que la paz solo es posible si cada uno pone de su parte para lograrla. No es asunto de firmas a cargo de terceros.
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