omo pocas veces sucede en el escenario de las cumbres de presidentes, en la de Las Américas, que terminó el sábado en Panamá, se obtuvieron resultados. Es común que estas citas para reunirse lleven a los mandatarios a una fatiga por la ausencia de decisiones y que prime el protocolo y lo políticamente correcto, lo que hace que sean poco productivas y por eso muchos aprovechan esta oportunidad es para buscar reuniones bilaterales o de pequeños grupos para resolver asuntos de competencia común entre ellos, pero no generales. No obstante, en esta pasaron cosas.
La gran noticia sin lugar a dudas fue el encuentro cara a cara entre Barack Obama y Raúl Castro, hecho de importancia mayúscula en el mundo, pues se trata de la refrendación del interés de los dos gobiernos por seguir en el camino de normalizar las relaciones, pero también de un espaldarazo tras la aparición en este escenario por primera vez de la isla. Las posteriores declaraciones de los mandatarios cargadas de respeto, optimismo y, por supuesto, cierto cuidado en el uso de las palabras muestran que se está pasando de los simples gestos y discursos a una verdadera puesta en marcha de nuevas maneras para solucionar sus diferencias, así se entienda que todavía falta mucha tela de dónde cortar para que años de bloqueo y de distanciamiento terminen. El camino es tortuoso y, por ejemplo, para Obama en plena carrera presidencial de sus potenciales sucesores va a estar cuesta arriba convencer a todos en su país de que esta es la mejor vía.
Resulta paradójico que aunque no se firmó un documento final, como casi siempre se hace en este tipo de escenarios, sí hubo noticias importantes para el trabajo mancomunado de los países de este lado del mundo. Se celebra, por ejemplo, la presencia permanente de Obama, quien atento escuchó lo que tenían que decir sus pares al sur, pero también respondió donde creía necesitaba hacer énfasis en defender la democracia y la libertad de expresión. Discursos como los de Rafael Correa, Evo Morales, Nicolás Maduro y Cristina Fernández parecieron descontextualizados de la realidad internacional hoy, frente a actitudes más conciliatorias como la del propio Castro.
La presencia de expresidentes de Latinoamérica, encabezados por Andrés Pastrana, reclamando el respeto por la carta de derechos humanos de la OEA en Venezuela demostró también que crecen los apoyos a la oposición en ese país para que puedan sus líderes ejercer su papel sin temor a ser judicializados. Por eso resulta de relevante importancia que estas voces se levanten y den cuenta de lo que pasa en el vecino país, ya que Colombia y otros más manejan esa situación con tal prudencia que a veces parecen generar un silencio cómplice.
El apoyo unánime de los mandatarios reunidos al proceso de paz en Colombia le da impulso a los diálogos de La Habana. Aunque es difícil imaginar que se opusieran, el hecho de que lo hagan expreso ayuda a reunir más voces internacionales de respaldo y seguramente se reciben en la mesa de negociaciones con entusiasmo, pues también es crecer en el número de amigos que se necesitan, bien para los momentos difíciles, para encontrar puntos comunes o para la puesta en marcha de las acciones de cara a un postacuerdo de paz.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015