¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera? Esa es la pregunta que será puesta a consideración de los colombianos el próximo 2 de octubre, durante la jornada democrática de refrendación del acuerdo logrado por el Estado colombiano con la guerrilla de las Farc, después de cerca de cuatro años de conversaciones sobre una agenda preestablecida en la que se destacan los puntos de desarrollo agrario, participación política, reparación de víctimas, erradicación de cultivos ilícitos, justicia transicional, dejación de armas y cese definitivo del fuego.
El interrogante planteado es corto y directo, como lo ordenó la Corte Constitucional, lo que no deja dudas acerca del sentido de los votos que se emitirán ese día en las mesas que se habiliten para ese fin en todo el territorio colombiano. Lo que se pregunta tampoco deja espacio a que se haga un uso demagógico del concepto de paz, y lo que hace es invitarnos a todos a enterarnos a fondo sobre el contenido de ese acuerdo final, que ha sido difundido de manera masiva, y que actualmente es objeto de análisis y pedagogía en distintos escenarios.
Para que no haya la más mínima duda acerca de la conveniencia de votar afirmativamente en el plebiscito es vital que cada interrogante que surja encuentre las respuestas adecuadas, y fortalecer de esa manera la confianza de que un voto a favor redundará en un mejor futuro para Colombia. Lo más importante es que, con total libertad, sin dejarse llevar por mentiras, sin caer en radicalismos irracionales y sin permitir que el miedo oriente las decisiones el pueblo colombiano se disponga a informarse adecuadamente sobre los cambios que vendrían para el país, si se garantiza que las Farc dejen las armas y hagan política sin ellas.
A las Farc hay que seguirles insistiendo acerca de la urgencia de que todos los menores de edad que fueron reclutados para la guerra sean devueltos a sus medios familiares, y que se cumpla cabalmente el compromiso de no delinquir más de ninguna manera de ahora en adelante, pues solo en la medida en que sus comportamientos sean reflejo auténtico de las intenciones de paz que dicen tener y de respeto por la democracia será posible que la población colombiana respalde la opción de que puedan reintegrarse sin mayores dificultades.
Además, en la convención nacional de esa guerrilla que se avecina debe aprobarse por aclamación el abandono de las armas para siempre, demostrando las ansias de paz de todos sus miembros. Es fundamental que los líderes de esa organización subversiva logren que todos sus integrantes, sin excepción, acojan el camino que se les está mostrando y se decidan a dejar en el pasado los 52 años de absurda guerra en los que han sido protagonistas. En esto hay que ser claros, los que no se acojan tendrán que ser perseguidos sin clemencia por el Estado hasta lograr que cesen sus acciones delictivas.
A escasos 32 días de la realización del plebiscito por la paz es muy importante que las Naciones Unidas estén reportando que avanzan de manera satisfactoria los preparativos para verificar el funcionamiento de las zonas veredales y campamentos en las que se reunirán los miembros de las Farc, así como todo el proceso de entrega de las armas a los agentes observadores de ese organismo internacional. Ese tipo de confianza también es clave para seguir avanzando en la construcción de un país que deje atrás los amargos episodios de la violencia.
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