La tarea humanitaria, pendiente

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) presentó el informe Colombia: situación humanitaria, una clara prueba de los dos países que conviven en nuestro territorio. Uno que da pasos ciertos en materia económica hasta querer alcanzar un cupo en el privilegiado grupo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y otro que vive a diario la violencia y que lleva a la victimización de quienes tienen que padecer la dura realidad. De hecho, el informe habla de 39 ciudades con una situación humanitaria preocupante, algo que debe tocarnos a todos.

El mejor ejemplo es el de Medellín. Esta capital que se mostró al mundo durante la semana pasada por sus cambios urbanos, sus proyectos en busca de inclusión social y que fue galardonada como la más innovadora del mundo es al mismo tiempo la que enfrenta problemas serios entre los llamados combos, grupos armados herederos de paramilitares y guerrilleros desmovilizados o abandonados, y casi a diario sufre la violencia derivada de las tales fronteras invisibles, además de generar desplazamiento urbano y de generar una sensación de miedo en muchos de sus habitantes que todo el tiempo están temerosos de que les pueda pasar algo. Algo de eso, no hay que olvidar, también está presente en Manizales.

No es la única, el informe habla de las zonas de frontera, de lo que vive la población que afronta la guerra más fuerte en Cauca y Nariño, también de Cali, en donde el Gobierno lo ha intentado casi todo para reducir los índices de criminalidad, pero poco se ha logrado. Es increíble que el año pasado se hayan reportado en Colombia 7 mil 464 desapariciones, una situación que evidencia que las cosas no están funcionando como debe ser. Mientras se reducen los índices de homicidios, situaciones como esta que atentan directamente contra la tranquilidad de los ciudadanos siguen presentando sin que se les preste la atención debida. Cada año LA PATRIA informa en un especial de fin de año de la cantidad de desapariciones registradas en Caldas y da miedo saber la cifra.

El informe del CICR en definitiva pretende es tocar la fibra más sensible de los colombianos para que se busque la manera de que esa Colombia con pretensiones sea la misma que llegue a las veredas, a los barrios marginados, a los niños, a los desplazados, pues es evidente que la chocante, por decir lo menos, desigualdad que se vive en nuestro país tiene mucho que ver con fenómenos que cada vez se tornan más difíciles de corregir para bien de la mayoría que busca vivir en paz y armonía.

Por eso, lo que se negocia en La Habana con la guerrilla de las Farc tiene que servir también para que pensemos en la importancia que tiene aprovechar la oportunidad para acabar con la guerra, excusa predilecta de muchos para que Colombia no haya cumplido la tarea de irrigar riqueza para todos, y de una vez por todas se puedan dar pasos más certeros, con mayor impacto para contribuir a que en realidad lo que tanto se pregona en informes gubernamentales lo vean reflejado en sus vidas diarias quienes más lo necesitan. Por lo pronto, lo mínimo es que se llegue a pactos para cumplir con los principios del Derecho Internacional Humanitario, un llamado que hace también el CICR en su informe.

El Pacífico, ese al que Colombia busca darle la cara para verse de frente con el mundo, es nuestra zona más vulnerable. Entre las 39 ciudades sobre las que alertó el CICR por su situación humanitaria están Buenaventura, Tumaco y Quibdó, además de las zonas de guerra ya relatadas, lo que muestra la importancia de que el Estado haga presencia allí de una vez por todas y que demuestre resultados. Después de décadas de abandono de este importante territorio, y tras la gravedad de los hechos en el puerto vallecaucano, se tomaron decisiones que ojalá no sean solo para el impacto mediático, sino que realmente lleve a la senda de la recuperación de la dignidad humana a sus habitantes. Esa debe ser la obsesión de cualquier Gobierno.