La nutrición es un asunto estratégico

El 4,65% de los niños menores de 5 años de edad en Caldas sufre de desnutrición o bajo peso para la talla, de acuerdo con un estudio elaborado por la Universidad Nacional, para el que se tuvo en cuenta una muestra de 5 mil 563 personas de cero a 64 años y mujeres embarazadas de las zonas rurales y urbanas de los 27 municipios. Esos resultados significan que, pese a los esfuerzos que se hacen para reducir la pobreza y para entregar almuerzos y refrigerios a estudiantes, más que avances se han tenido retrocesos en lo relacionado con la nutrición de nuestros pequeños.

Razón tiene el pediatra Carlos Alberto Montoya, profesor de la Universidad de Caldas, cuando advierte que los problemas de desnutrición infantil en esta región van en aumento, lo que viene acompañado de anemia, la cual es causante a su vez de dificultades en la interconexión de neuronas y se refleja en problemas para el aprendizaje y, por tanto, un alto porcentaje de las personas que conformarán la generación de adultos en unos años se podrán convertir en serios problemas para la sociedad.

Lo más complejo es que luego de crecer con deficiencias de nutrición, por falta de buenos alimentos o el uso excesivo de comida chatarra, por ejemplo, gran parte de los jóvenes terminan con sobrepeso o con obesidad enfermiza, con el agravante de que tales conductas de alimentación corresponden, en realidad, a costumbres inadecuadas y desequilibrantes para el organismo, con lo que esos nuevos problemas de malnutrición conducirán a que se tengan adultos obesos, hipertensos, diabéticos y con males cardíacos, en alto porcentaje.

Con el objetivo de hacerles frente a estos problemas, la Gobernación de Caldas tiene previsto invertir $30 mil millones en los próximos años, especialmente en Anserma, Aguadas, Palestina, Marquetalia y Viterbo, en lo que se ha llamado la estrategia de Atención Primaria Social (APS), que permitirá avanzar en la formulación de la política de seguridad alimentaria y nutricional para el departamento. La idea es llegar a 101 mil 496 beneficiarias, quienes tendrán consejería nutricional, planes caseros y seguimiento para que adopten estilos de vida saludables. Parece ser una buena idea, pero solo atacará una fracción de un mayúsculo problema.
Pese a que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) tiene los programas nutricionales entre sus prioridades, aún es mucho lo que tiene que trabajarse en esa dirección para quebrar una tendencia que resulta perjudicial para nuestro futuro, porque si una buena parte de nuestra sociedad no se nutre bien, las enfermedades tienen un caldo de cultivo favorable, los niveles educativos se estancan, el rendimiento de las empresas se queda corto, y como región no avanzamos en competitividad ni en desarrollo.

Los resultados del estudio, el cual fue contratado por la Dirección Territorial de Salud de Caldas (DTSC), tienen que servir de brújula para ir a las raíces del problema y lograr que en los próximos años podamos tener unos niños con mejores perspectivas de futuro. También es importante acudir, sin miedo, a las mediciones del pasado, cuando comenzaron los programas de complemento alimenticio para los escolares, y ver si con el paso de los años se han cumplido los propósitos, o si, por el contrario, es necesario cambiar los enfoques para que se obtenga una rápida solución.

Por lo pronto, el solo hecho de que, al comparar estos análisis con la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional (Ensin), del 2010, se observe que la desnutrición global aumenta del 3,1% al 3,5% y que la crónica se incrementa del 13,5% a 14,2%, constituye un llamado de atención que no puede dejarse en el aire. Las autoridades regionales tienen que asumir la nutrición infantil como un asunto estratégico, al lado de la salud y la educación, como las bases fundamentales sobre las que se puede construir un mejor futuro.