"La inmigración nos define como país". Las contundentes palabras de Barack Obama a los estadounidenses en la noche del pasado jueves recuperan buena parte de la esperanza que las minorías extranjeras, cada vez menos minorías, pusieron en él cuando llegó a la Casa Blanca. Se recupera así un elemento esencial del ser estadounidense, entreabrir la puerta a la migración en un país hecho a pulso por miles de migrantes venidos de Irlanda, Inglaterra, Holanda y otros países.
Se considera que los “sin papeles” en Estados Unidos llegan a once millones de habitantes, grupo al que Obama, de manera muy inteligente, describió como personas que ya hacen parte de la vida cotidiana de los estadounidenses, palabras que tomó prestadas de su antecesor, George W. Bush, con lo cual dio pie para lo que vendría después, poner la responsabilidad en cabeza de los republicanos, a quienes les dijo que la mejor manera de solucionar este tema es con una ley, en clara referencia al bloqueo vivido durante su mandato por las mayorías republicanas. No obstante, el beneficio inicial aplicaría para unos cinco millones de migrantes ilegales en ese país.
Es inconcebible que haya todavía quién en la nación que en su momento se erigió como estandarte de la libertad se oponga a la inclusión de los indocumentados. En total los extranjeros suman unos 54 millones de personas, casi la quinta parte de su población total, de los cuales hoy pueden votar 17 millones. Obama se juega el todo por el todo y envía un mensaje claro a sus opositores de que quiere hacer las cosas, cumplir sus promesas con quienes fueron clave en su elección y si para ello tiene que hacer uso del poder extraordinario que ofrece el régimen presidencialista norteamericano no va a dudar en hacerlo.
Hay quienes consideran que se puso en juego desde este momento el futuro presidencial, que la decisión de Obama allana el camino para que Hillary Clinton se convierta en dos años en la primera presidenta de los Estados Unidos. Más allá de la filigrana electoral, resulta alentador para los hispanos saber que tienen una esperanza de poder cumplir los sueños que se propusieron cuando decidieron construir sus vidas en un territorio lejano que parece estar dispuesto dejar de verlos con prevención.
Falta mucho camino por andar. El mismo Obama advirtió que quien intente aprovechar esta situación para delinquir, para no cumplir las normas o evadir los impuestos deberá asumir las consecuencias. También advirtió que se extreman las medidas para impedir que sigan llegando ilegales, de hecho con este asunto abrió su discurso. El camino está lleno de dificultades, pero abordar esta cuestión con el liderazgo la Casa Blanca es volverlo una prioridad y una lección que pone a la gente en el plano principal de las decisiones de un gobierno, como debe ser. Esa gente que es, al fin y al cabo, la que define a un país.
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