oy Cuba no solo está de moda, sino que la posibilidad de que mejoren sustancialmente sus relaciones con los Estados Unidos y, con ello, se dé un paso significativo en la transformación de la historia contemporánea, hace que los ojos del mundo sigan paso a paso lo que está pasando con la isla, en donde el régimen castrista empieza a tener comportamientos de apertura impensables hace apenas una década. Si se consolidan estos cambios, tal vez muy pronto veremos a Cuba aplicando la democracia y respetando las libertades y los derechos humanos. Ojalá.
Las palabras de Raúl Castro, luego de salir del despacho papal el pasado 5 de mayo en el Vaticano, acerca de que durante la próxima visita de Francisco a la isla, en septiembre, irá a todas las misas que oficie el pontífice, parece un asunto meramente anecdótico, pero eso en Cuba tiene una carga de profundidad tal que hace apenas unos meses el Partido Comunista de ese país aceptó adeptos católicos. Un principio fundamental de los comunistas puros que comandan la isla fue siempre la condición de ateos, lo que muestra que los cambios parecen estarse dando en serio, y que no es descabellado pensar en profundas transformaciones en la cotidianidad cubana.
La expectativa está ahora en la decisión que tome el Congreso de los Estados Unidos acerca de sacar a Cuba de la lista de países promotores del terrorismo, tal y como lo solicitó el presidente Barack Obama. Los deseos de acercamiento entre los dos gobiernos que ha venido impulsando el papa Francisco, y a lo que se le sumó esta semana el presidente francés, François Hollande, tienen precios por pagar en ambos países. Si la isla sale de esa lista será porque se ha comprometido con abrirse a la globalización, sin poner cortapisas, y manteniendo una relación más cercana con Norteamérica.
Ya hay una reactivación de las relaciones diplomáticas cubano-estadounidenses y en el horizonte se observa la posibilidad de levantar el embargo económico que se le ha aplicado al país caribeño por cuenta de la presencia de los Castro en el poder y su insistencia de seguir adelante con la llamada Revolución Cubana. No obstante, es claro que la anulación del embargo tendrá que ser el broche de oro de la distensión real en las relaciones, por lo que se requerirá todavía bastante tiempo para llegar a ello, y empezar a consolidar unos vínculos que se mantengan por mucho tiempo.
Tanto Castro como Obama han reconocido el entusiasmo con el que el papa Francisco se ha empeñado en buscar acercamientos que los lleven a recuperar la amistad. Con estos pasos, el jerarca católico sigue demostrando que es una autoridad mundial que se ha ganado el respeto de todos, gracias a su sinceridad al hablar de comprensión, de fraternidad entre pueblos y personas y de acabar con los desequilibrios y las violaciones a la dignidad humana. Parece que la historia nos permite ser testigos de la presencia de tres líderes que, pese a sus grandes diferencias, son capaces de buscar acuerdos en los que haya unos criterios básicos que les permita actuar con mutua confianza.
Eso tiene que servir para que muy pronto en Cuba no solo se logre el respeto de las libertades, en general, sino que fundamentalmente el derecho a la libre expresión empiece a ser valorado y con ello se permita la multiplicidad de medios, en los que la oposición al gobierno pueda manifestar sus impresiones sin temer que serán perseguidos por su forma de pensar. Se requiere un permanente acompañamiento internacional a estos procesos, para que muy pronto la isla pueda gozar de una democracia real, bien sintonizada con los principios inspiradores de la justicia social que tanto parece importarle al actual pontífice.
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