Cuatro meses después de la declaratoria de la primera Emergencia Económica, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acaba de tomar nuevas medidas de ese tipo, a las que ahora se suma el Estado de Excepción, lo que le otorga facultades exageradas al mandatario para controlar la economía, el orden público y, en general, todas las instancias institucionales en el vecino país. Esto sumado a sus pretensiones de bloquear la realización del referendo revocatorio de su mandato, impulsado por la oposición, lleva a que se tenga hoy allí una verdadera bomba de tiempo que podría desencadenar en una violencia creciente, peligrosa para toda la región.
Amparado en las nuevas disposiciones, Maduro ha comenzado a tomarse militarmente las fábricas que están paralizadas, en lo que él considera un complot para afectar el país, cuando en realidad la crisis económica a la que el chavismo ha llevado a los venezolanos hace inviables muchas operaciones industriales y comerciales. Como si fuera poco anunció que los dueños de tales empresas serán encarcelados, por no ayudar a recuperar la producción nacional.
En un nuevo llamado populista, el mandatario venezolano también justifica sus exageradas acciones, que debía estar respaldadas por la Asamblea Nacional para ser legales, por una supuesta defensa de la soberanía nacional ante nuevos ataques extranjeros. Con razón los opositores han calificado tales determinaciones como un “autogolpe” que enrarece aún más el ambiente político y económico del país, y que hace todavía más autoritario un régimen que lleva varios años de una escalada de abusos de poder, que se verán más peligrosos el próximo fin de semana, cuando ejecute los ejercicios militares que ha anunciado.
Ahora bien, en el caso de Colombia la posición sensata es la de estar a la expectativa y lista desde un punto de vista defensivo, en caso de que Maduro tenga planeadas acciones que puedan afectar la frontera, en busca de despertar un sentimiento nacionalista de respaldo. En lo que no puede caer Colombia es en tomar partido alguno en ese conflicto interno de Venezuela, el cual debe ser resuelto por los propios ciudadanos de ese país. Hay que hacer un llamado a la prudencia, ya que cualquier provocación puede ser la oportunidad para que alguien como Maduro trate de desviar la atención del pueblo frente a los graves errores de su gobierno.
Esa idea del líder venezolano de prepararse para “cualquier escenario” constituye un peligro real no solo para sus opositores en ese país, sino para un país como Colombia, con el que comparte una frontera cercana a los 2.500 kilómetros. Está claro que Maduro buscará todos los mecanismos que requiera para evitar que se realice este año el referendo revocatorio, para el cual la oposición presentó cinco veces las firmas necesarias al Consejo Nacional Electoral (CNE). Ya sabemos que si la consulta queda para el 2017 el chavismo seguiría en el poder hasta el 2019, por lo menos.
Las tensiones suben, pues, de manera peligrosa en el país vecino. La oposición viene agotando todas las instancias democráticas para lograr cambios frente a la manera como se viene administrando a Venezuela, pero es obvio que algunos pierdan la paciencia. Ya el líder opositor venezolano, Henrique Capriles, advirtió sobre un estallido si el gobierno impide que se celebre el revocatorio contra Maduro este año, tras la declaratoria de un Estado de Excepción. Así que tenemos muy cerca una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento, y Colombia tiene que estar preparada para amortiguar las ondas expansivas que trataría de desestabilizarnos.
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