os talibanes liderados por hombres como Maulana Fazlullah y Mohammad Khurasani son un grupo terrorista que cada vez que actúa busca sorprender más al mundo con los trágicos alcances de su barbarie. A comienzos de esta semana su ataque indiscriminado en una escuela pakistaní de hijos de militares, en la localidad de Peshawar, dejó el balance irracional de 132 niños muertos, un acto absolutamente cobarde que más parece una escena de carnicería medieval que un hecho de pleno siglo XXI.
Por eso es un verdadero milagro que Dawood Ibrahim, de 15 años, hoy esté vivo. El joven se salvó de morir en la masacre gracias a que su alarma no sonó esa mañana y le cogió la tarde para asistir a clases. Él es único miembro de su grupo que no tuvo que padecer los estallidos de las bombas y sentir la llegada de la muerte. Además de sus compañeros de clase, en la acción terrorista de miembros del Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP) murieron 16 adultos y otras 131 personas resultaron heridas.
Con razón Malala Yousafzai, Premio Nobel de Paz 2014, y quien hace dos años estuvo a punto de morir en un ataque talibán cuando se desplazaba en un bus escolar, lloró al conocer lo que había ocurrido en la escuela de Peshawar, en su país natal. Por eso su mensaje de aliento a las familias de las víctimas y su voz de respaldo al gobierno de Pakistán en la lucha que viene librando en contra de estos grupos terroristas, en el que sobresale el TTP, creado en el 2007, el cual tiene vínculos con Al Qaeda.
Es tal el exceso de estas acciones, que los mismos talibanes de Afganistán condenaron la masacre perpetrada por los talibanes pakistaníes. "La matanza intencionada de personas inocentes, mujeres y niños, va contra los principios de islam y estos principios deben ser considerados y tenidos en cuenta por cada musulmán", dijeron en un comunicado. No obstante, resulta curiosa esta manifestación, ya que sus acciones en Afganistán no dejan de ser excesivas y con características muy similares a las de sus vecinos.
Para tratar de frenar las acciones de los terroristas, las fuerzas de seguridad de Pakistán emprendieron esta misma semana una ofensiva en contra de los talibanes extremistas, lo que dejaba ayer como resultado 57 rebeldes abatidos. Estos hechos marcan una nueva escalada de violencia en esta amplia zona del Asia meridional que por momentos se calma, pero que con frecuencia estalla en nuevos episodios en los que los fanatismos religiosos llevan a que numerosos suicidas se hagan explotar con bombas adosadas a sus cuerpos.
A estas acciones se suma la peligrosa presencia del llamado EI (Estado Islámico) en zonas de Irak, Siria y Turquía, emparentados con los talibanes y, desde luego, con la red de Al Qaeda, que viene avanzando con fuerza en todo el Oriente Medio, y que se constituye en una amenaza directa para Occidente. Con razón en los Estados Unidos y en Europa también surgen protestas ciudadanas cada vez más numerosas que rechazan las acciones terroristas de estos grupos fundamentalistas asiáticos, a los que la comunidad internacional debe ponerles un freno definitivo.
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