l mundo conmemoró ayer el Día Internacional contra la Trata de Personas, un delito que cada año afecta a miles de personas en todo el planeta y que corresponde a un fenómeno que ha crecido en Colombia de manera preocupante. En lo que va del 2015, el Ministerio del Interior ha atendido 17 casos de trata externa y 7 de trata interna (mientras que la Defensoría del Pueblo conoce de 32 casos), pero esa es apenas la punta del iceberg de un asunto de enormes profundidades y que alimenta a mafias que mueven miles de millones de dólares en ese oscuro negocio. En tres años también han sido repatriados 163 ciudadanos en estas condiciones, pero ese es apenas un mínimo porcentaje de quienes terminan usados en toda clase de actividades de manera indigna.
Según las Naciones Unidas, entre 2010 y 2014 se registró un total de 155 casos, de los cuales 112 están relacionados con fines de explotación sexual y 43 para trabajo forzado. El Gobierno Nacional tiene el deber de trazar políticas públicas muy sólidas que permitan enfrentar este problema y evitar que colombianos sigan siendo víctimas de violaciones a sus derechos. El primer paso tiene que ser intensificar las campañas de prevención, pues en la mayoría de los casos los afectados son personas de bajos recursos económicos que caen en las redes de trata cuando van en búsqueda de una ilusión aparentemente lícita. Después, cuando descubren la trampa, les es difícil encontrar ayuda y sus vidas se ponen en peligro extremo.
La Conferencia Episcopal de Colombia, que este año presentó una campaña preventiva en contra de la trata de personas, calificó este delito como una nueva forma de esclavitud, y consideró que también deben incluirse en esa especie delictiva el mercado de embriones, el reclutamiento de niños y la extracción ilegal de órganos. Los ciudadanos debemos tomar conciencia de las maneras engañosas con las que funcionan esas redes criminales, que se especializan en hacer que algunos muerdan el anzuelo, para después venderlos a mafias internacionales o hasta locales que los borran como individuos.
Es de resaltar la labor desarrollada mundialmente por la colombiana Betty Pedraza Lozano, quien hace cerca de 10 años creó la Corporación Espacios de Mujer en Medellín, con la que trabaja buscando evitar que las personas sean objeto de estas violaciones, y para tratar de restablecer los derechos de quienes infortunadamente sucumben ante el engaño. Esa labor humanitaria y altruista le sirvió para que el secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, le rindiera un homenaje especial esta semana. Hoy lidera la Alianza Colombiana de Organizaciones de la Sociedad Civil contra la Trata de Personas, con la que se busca hacer más visible el problema.
En Caldas debemos aprender de estas experiencias y trabajar con mayor decisión para que nuestros ciudadanos no se vean expuestos a este flagelo. Es sabido que numerosas personas de nuestra región han terminado sufriendo los rigores de esta nueva esclavitud de la que habla la Iglesia Católica, sin posibilidades de encontrar una ayuda efectiva. Por eso mismo, se genera expectativa frente al lanzamiento que hizo ayer el Ministerio del Interior de la aplicación web Stapp, a través de la cual pueden reportarse en tiempo real presuntos casos de este tipo, a la vez que se sensibiliza sobre los peligros. También es importante que se tome la decisión de elevar la trata de personas a la categoría de delitos de lesa humanidad, como una forma de poder castigar con mayor severidad a los responsables.
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