Máxima alerta hay en varios países de Europa y también en los Estados Unidos, debido a la amenaza yihadista que parece imparable, y que en menos de una semana causó cerca de 80 muertos en ataques terroristas en Francia, Túnez, Kuwait y Somalia. El ala radical del Islamismo, que hace un año, el pasado 29 de junio del 2014 proclamó el califato del Estado Islámico (EI), se ha empeñado en hacer visible ese aniversario con una escalada de atentados, que es una verdadera expresión de barbarie, sobre todo el atentado indiscriminado contra turistas europeos en una playa tunecina.
Las medidas de prevención van desde reforzamiento de fuerzas en sitios de numerosa población musulmana en Europa, hasta mayor vigilancia de lugares públicos en los que se produzcan aglomeraciones, como plazas y estadios. También se ejecutan fuertes tareas de control en puertos, aeropuertos, estaciones de trenes y autobuses, así como en edificios públicos, centros comerciales y en infraestructuras sensibles a posibles ataques. El mundo entero debe mantenerse atento frente a esta amenaza terrorista, cuyas acciones requieren una respuesta contundente que les impida moverse fácilmente.
Ya se conoce del grado de extremismo al que pueden llegar los actos de los yihadistas, quienes han establecido toda clase de redes de simpatizantes en todo el mundo, y frente a lo cual los líderes internacionales aún no ha confeccionado una estrategia integral para neutralizarlos. Hace un año esos grupos suicidas solo se identificaban en territorios de Siria e Irak, pero la realidad actual es que también han ganado fuerza en Egipto, Libia, Yemen y Pakistán, y sus operaciones han sido llevadas a otros muchos países en distintas latitudes. En solo Siria, se calcula que mataron en un año a 3 mil personas, entre ellas a 74 niños.
Incluso en los Estados Unidos están temerosos de que el próximo 4 de julio, cuando se cumple un nuevo aniversario de la independencia de ese país, el yihadismo pretenda atacar allí. Ya se ha visto que ese grupo no tiene escrúpulos para atentar en contra de turistas, civiles de cualquier clase u objetivos claramente definidos, como lo ocurrido con los periodistas de la publicación francesa Charlie Hebdo, por lo que no se puede descuidar ningún frente que pueda ser vulnerable para esos terroristas.
No pasa día sin que se conozcan nuevos hechos demenciales liderados por los yihadistas, que no miden consecuencias de sus acciones. Por el contrario, se empeñan en dar fuertes golpes de opinión al ensayar cada vez crímenes más repudiables, generando un ambiente de pánico general que paraliza. Su cercanía con Al Qaeda y Boko Haram, agrupaciones que se identifican con su odio a Occidente, tiene que poner en alerta no solo a las naciones más poderosas, sino al resto de países, como el nuestro, ya que sus alcances podrían traer nuevas sorpresas.
Entre lo más sorprendente de lo que está ocurriendo está la cercanía de los líderes yihadistas con los países europeos, en donde muchos han sido estudiantes, e incluso muchos de ellos nacidos en esos países de Occidente, pero que luego se regalan al terrorismo internacional. También empieza a preocupar que las mujeres, quienes no habían sido aún blanco de los ataques ahora son decapitadas, acusadas de brujería, como si estuviéramos ante episodios medievales ya superados.
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