a zozobra se adueña de nuevo de Bogotá, luego de que en la tarde del jueves pasado dos petardos estallaron en dos zonas de esa ciudad, Puente Aranda y Avenida Chile. Las más afectadas son sendas oficinas de Porvenir, entidad que pertenece al grupo económico Sarmiento Angulo, y el Gobierno Nacional ya ofreció recompensa de $100 millones a quien entregue información que conduzca a los autores del atentado. Una mujer que quedó grabada en cámaras de vigilancia es señalada como responsable de poner uno de los dos artefactos. Ya hay retratos hablados de quienes podrían ser los demás atacantes.
Hoy la Policía Metropolitana de Bogotá admite que errores en la vigilancia privada de la entidad atacada facilitaron los hechos, ya que los paquetes con las bombas fueron dejados en las oficinas, a la vista de todos, y solo las llamadas que anunciaron su explosión llevaron a evacuaciones de personas en esos lugares. La cifra oficial de lesionados es de diez ciudadanos, pero pudieron ser más, o incluso se podrían haber registrado muertos. Ahora es necesario reforzar la vigilancia en la ciudad y evitar a toda costa que se puedan repetir estos atentados.
Es necesario que se realicen investigaciones a fondo que lleven a identificar claramente a los autores de esta acción de terror, e identificar muy bien las causas. El hecho de que el blanco sean oficinas de un mismo grupo económico aporta un ingrediente extraño que debe ser analizado profundamente, también el modus operandi y las motivaciones que podrían haber conducido a tan lamentables hechos. No puede permitirse que nadie, sea quien fuere, intente sembrar el caos y el pánico, cuando el gran objetivo debe ser recuperar plenamente la tranquilidad en el país.
Para garantizar que la calma retorne es fundamental que la Policía y el Ejército mantengan un amplio despliegue que permita dar con el paradero de los responsables y evitar posibles situaciones nuevas del mismo tipo. Esa debe ser una actitud permanente, ya que es la única manera de neutralizar cualquier otra intención de desestabilizar. La capital de la República no puede caer otra vez en manos de los violentos, eso le haría un enorme daño al país, no solo por los civiles inocentes que terminan afectados, sino también por el desestímulo para la inversión en Colombia, cuando lentamente se ha ido cambiando la imagen negativa del país.
El Gobierno Nacional debe estudiar si la capital del país cuenta hoy con el pie de fuerza necesario y suficiente para garantizar la seguridad, sin dar campo a que los oportunistas del terror difundan sus estrategias de miedo. La comunidad también debe estar atenta a denunciar todo tipo de movimientos extraños y situaciones que podrían terminar en esta clase de acciones terroristas. No se puede bajar la guardia en ningún momento, pues todos estos hechos enrarecen el ambiente y generan una sensación de pánico en la población que puede ganar espacios más amplios y que nos podría conducir, como sociedad, de nuevo a la desesperanza.
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