El sistema parlamentario de gobierno tiene sus más y sus menos. Resulta positivo cuando la gestión de un gobernante encaja con lo previsto por las mayorías en el parlamento que le dan su respaldo o, incluso, cuando la cabeza del gobierno pierde la confianza y se logra fácilmente ejecutar cambios sin que se tenga que cumplir de manera obligada un periodo de tiempo determinado. Sin embargo, cuando en el legislativo hay fuertes divisiones entre partidos, y ninguno de ellos logra una mayoría clara, el sistema se puede convertir en un galimatías que deja pocas opciones de salida.
Eso es lo que ocurre hoy en España, donde en las recientes elecciones el actual presidente del gobierno, Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP), no logró mantener la mayoría absoluta, y aunque ese movimiento alcanzó el más alto porcentaje de curules, luego de un mes y medio de pasadas las elecciones no ha podido conformar gobierno. Eso tiene al Ejecutivo español en el limbo. Ante semejante situación, el rey Felipe VI no tuvo más alternativa que postular al líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) Pedro Sánchez, con la esperanza de que él sí pueda armar una coalición de gobierno y superar de una vez por todas la inusitada encrucijada en la que se encuentra el país ibérico.
La Constitución española establece que el rey, tras una ronda de consultas, debe proponer un candidato para la Presidencia del Gobierno. Así lo hizo el monarca el pasado martes, con la esperanza de que se supere el escollo planteado por la incapacidad de Rajoy de lograr mayorías. Los resultados de las elecciones dejaron al PP con 122 escaños, el PSOE con 90, Podemos con 69 y Ciudadanos con 40. No parece sencillo que la coyuntura permita acuerdos sin necesidad de ir a nuevas elecciones, en las cuales no hay garantía de que el panorama pueda cambiar de manera sustancial. La opción de que el rey termine postulando un tercer nombre, que podría ser incluso de afuera del parlamento, luce improbable.
Aunque Sánchez pretende hacer un llamado a todos los partidos en el parlamento para tratar de asegurar las mayorías, el panorama es opaco, debido a que en el mismo PSOE hay divisiones, y hay sectores que no se sienten representados por él.
De tal manera, la situación de bloqueo que se tiene hoy en la democracia española podría mantenerse así, gracias a que las minorías de Podemos y Ciudadanos, la primera de izquierda radical, y la segunda más afín al PP, piensan que tal vez sea más conveniente que se hagan nuevas elecciones a ser solo los segundos en un gobierno que, tal vez, sufrirá demasiado en gobernabilidad.
Sánchez solicitó un mes para hacer su intento, pero es claro que la inestabilidad que hay en el gobierno no permitirá que sea un paréntesis demasiado amplio, y si en ese tiempo no se ven salidas, tal vez sea necesario que haya elecciones de nuevo. Son ya casi 50 días sin poder conformar gobierno, y lo único claro es que hay vetos cruzados entre los distintos movimientos que enrarecen la posibilidad de acuerdos para alcanzar mayorías. Hay una marcada polarización que, eventualmente, en el caso de nuevas elecciones, podría permitir que Podemos avance más de lo que lo ha hecho y la salida del embrollo resulte aún más compleja.
Hay que estar expectantes frente a lo que venga en España en su raro bloqueo, debido a la intemperancia de los líderes políticos y al surgimiento de nuevas fuerzas que rompieron el bipartidismo que imperó hasta diciembre pasado. Lo que allí pase podría tener consecuencias políticas importantes no solo para el resto de Europa, sino también para este lado del océano Atlántico.
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