La Gobernación de Caldas firmó ayer la vinculación oficial del departamento con el proyecto hidroeléctrico El Edén, situado entre los municipios de Manzanares y Pensilvania, en el cual tendrá una participación accionaria del 30%. La inversión es de $28 mil millones, aportados a través del Instituto de Financiamiento, Promoción y Desarrollo de Caldas (Inficaldas). El restante 70% corresponde a capital privado de la Unión Temporal Centrales Hidroeléctricas del Oriente (UT Choc).
Al día de hoy la obra se encuentra en un 50% de ejecución, y se calcula que para finales del año entrante podrá estar concluida, y entraría en operación a comienzos del 2016. De acuerdo con los cálculos iniciales, dicha inversión garantizaría un ingreso anual entre los $4 mil millones y los $5 mil millones para los socios, lo que implicará un buen porcentaje de retorno desde el primer momento, lo cual constituye, sin duda, un negocio bastante bueno. La generación de unos 400 empleos en la construcción y otro número significativo cuando entre en operación, es otra consecuencia positiva para la zona.
Lo mejor es que los municipios en los que está ubicada la hidroeléctrica, Pensilvania y Manzanares, también recibirán hacia adelante, sin límites de tiempo, parte de las utilidades. Igual ocurrirá con Corpocaldas, entidad que podrá usar estos recursos para darle estabilidad ambiental a la zona, aunque es bien sabido que la generación eléctrica a filo de agua, sin la construcción de grandes represas, como en este caso, es un método bastante amigable con el ambiente.
De hecho, su mera existencia es garantía de protección de las cuencas hidrográficas, pues al ser el agua vital como materia prima de generación energética, se tendrán que dar todas las condiciones para que el líquido nunca falte, situación que podría verse en riesgo en el futuro de no existir este tipo de proyectos. Es cierto que en el proceso de construcción de esta central se pudieron haber cometido errores, pero ya fueron corregidos, y hacia el futuro la misma estructura va a actuar como blindaje de cuidado ambiental.
Tras esta negociación, se anuncia ahora el interés por invertir en la microcentral Montebonito, en Marulanda, lo mismo que en el proyecto Paujil, ambos ya con licencias ambientales. Ese es un camino acertado que debe continuarse y seguir participando en el plan de las 10 microcentrales del oriente del departamento, que no solo tendrán la capacidad de generar energía para el consumo local, sino para vender a otras regiones, negocio en el que Caldas no puede quedarse por fuera, cuando son capitales privados el motor de tales iniciativas.
Se calcula que para el 2027 todos estos proyectos ya estarán ejecutados y produciendo energía, los cuales se constituirán en fuentes de recursos, cumpliendo los objetivos para los que fue creado el Inficaldas. Es a este tipo de iniciativas a las que tiene que mirar Caldas y ese instituto de financiamiento, donde la inversión de recursos garantice retornos rápidos y permanentes, de tal manera que pueda ayudar a respaldar la gestión en ámbitos sociales en los que las fuentes de recursos son inestables.
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