Es un tratamiento accidental el que recibe el tránsito en Manizales. Accidental en la más precisa de sus acepciones, que no es casual, que es contingente. No viene de ahora, sino de tiempo atrás. Hay que recordar que cuando hace una década se reestructuró la Secretaría de Tránsito se tomó la decisión con el fin de acabar con la corrupción y la politiquería que allí campeaba. Sin embargo, cada tanto volvían a echar mano de ella para nombrar supuestos reguladores de tránsito u otros cargos que se designaban a dedo, a veces con milimetría electoral.
La tendencia en el país es creciente en muertes por accidentes de tránsito en general. En el 2015 se aumentaron en 7,53% con respecto al 2014, que se había incrementado 20% en relación con el 2010 y 27,06% frente al 2005. Es decir que a la par con el incremento de venta de vehículos en el país se han disparado los accidentes. Las causas son múltiples, contando imprudencias por igual entre peatones y conductores. De acuerdo con el Forensis de Medicina Legal, en el 2015 el país tuvo una tasa de 14,28 muertes por 100 mil habitantes en accidentes. El problema es que la tasa en Manizales el año pasado ascendió a 17,03. Este año va por el mismo rango. La tasa mundial máxima que se estima es de 10 por cada 100 mil habitantes.
Como si fuera poco, la proporción en el mundo es de 23% de muertes entre motociclistas y peatones y en nuestra ciudad es del 80%.
Dice la Organización Mundial de la Salud que un peatón tiene menos riesgo de morir si es atropellado por un vehículo que va a menos de 50 kilómetros por hora. ¿Qué se hace para que en la ciudad se transite a no más de esta velocidad? También tiene como rango una tasa máxima de muertos de 10 por cada 100 mil habitantes.
Mientras tanto, las autoridades de Tránsito intentan atacar el problema con campañas que nunca tienen continuidad o con maquillaje, como sucede con la pintura en las cebras de las que habló esta semana LA PATRIA y que se pusieron supuestamente para educar al peatón. No obstante, no hay nada que les indique a quienes van a cruzar que eso es para enseñarles. Es decir, un contrato que más allá de pintar las calles de carnaval, y en algunos casos confundir, no cumple el objetivo para el que supuestamente fue celebrado. Así no se construye la cultura ciudadana, esta se hace con procesos no solo creativos, sino pedagógicos, y esto necesariamente requiere de interacción.
Manizales carece de un plan que le permita tomarse en serio el tránsito de la ciudad. Siempre han habido excusas para no aplicar el estudio de movilidad hasta que se añejó. Y ahora se pretende hacer uno nuevo de la mano de Findeter, el cual esperamos que arroje los resultados que la ciudad necesita para poner en marcha un plan ajustado a la realidad. Pero de aquí a que se actualice, a que se prioricen las decisiones que se tienen que tomar, a que se pongan en marcha las primeras obras, pasará mucho tiempo y las decisiones para reducir esta nada halagüeña cifra requiere medidas inmediatas.
Hay que recordar que en meses pasados LA PATRIA dio cuenta de cómo parece haber una política de reducir la imposición de multas de tránsito a los infractores. Si bien no todo puede ser punitivo, tampoco podemos quedarnos en la mera sanción pedagógica. Es hora de hacer cumplir las normas. Ojalá la Secretaría de Tránsito de Manizales tenga el talante para hacerlo.
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