El modelo urbano no es sostenible ¿y...?

Terminó en Medellín el VII Foro Urbano Mundial que promueve ONU-Hábitat, espacio en el que se aprovecha para pensar sobre la sostenibilidad de las ciudades, tal como las conocemos hoy. Después de la exposición de casi 500 expertos parecen quedar claros los riesgos que se tienen de continuar creciendo como vamos, pero seguimos lejos de que esto se traduzca en decisiones reales que conduzcan a planeaciones que se encaminen hacia el bienestar de los ciudadanos y superar el esquema actual.
 

La urbanización de los países parece no tener marcha atrás y esto obliga a que las políticas sean suficientemente profundas y decididas para impedir que lo que hoy son problemas de contaminación, congestión, crecimiento desordenado no sigan ese camino hacia el caos o la sinsalida. Aún hay forma de dar marcha atrás en la mayoría de ciudades latinoamericanas, por ejemplo, pero de no tomar las decisiones oportunamente, es posible que las generaciones venideras se vean enfrentadas a situaciones sin retorno.

Se supone que en unos 40 años en las ciudades vivirán unos 7 mil millones de personas, esto es el doble de las que habitan en ellas hoy, lo que es un verdadero reto para la planificación urbana, pues esto se va a dar en tiempos en que vemos cómo el efecto del cambio climático es ya una realidad, donde el agua empieza a ser un bien más escaso de lo que había sido hasta ahora y cuando existe un reto para pagar lo justo por los productos agrícolas. La ciudad está en deuda con el campo. Si no hacemos nada para hacer que esa interdependencia sea más tangible y se vea como un proceso necesario para el futuro de los ciudadanos, seguiremos estando lejos de lograr el anhelado equilibrio.

Hay que destacar que Medellín haya liderado esta iniciativa que le permitió recibir a cerca de 22 mil participantes de 142 países, lo que se constituyó en el mayor evento de este tipo, de los siete realizados hasta ahora. Permitió mostrar la cara amable de la ciudad, el esfuerzo en los últimos años por mejorar la calidad de vida de los habitantes de las zonas más deprimidas, el ingrediente de cultura como una forma de irrigar conocimiento y atraer a los medellinenses hacia nuevas formas de pensamiento. La ciudad hoy por hoy es para sus habitantes la de mejor calidad de vida en el país, según el monitoreo de los Cómo Vamos divulgado hace un par de semanas, y aunque falta mucho por hacer, el camino que recorre alienta a pensar que si no hay dudas pueden continuar en la construcción hacia una mejor gobernanza.

Manizales tiene mucho que aprender de las experiencias y llamados de atención presentados en el Foro. En momentos en que se discute la actualización del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), que se cuenta con los insumos del Master Plan, realizado por la firma inglesa Atkins, y del Plan Estratégico de Ciudad, que elabora el colectivo Estoy con Manizales, todo el conocimiento adquirido en torno a las preguntas que plantean los sabios que vinieron a Medellín debe ponernos a pensar si queremos una ciudad para las futuras generaciones o solo competitiva en lo económico. Es la misma pregunta que se hace en el plano nacional frente a la minería, por ejemplo.

Ahora lo que debe seguir en el POT es que tras la discusión con los ciudadanos y grupos de interés se pueda pasar del dicho al hecho, pues en materia de planeación a Manizales le ha ido mucho mejor en el papel que en la práctica. Ya la biociudad había expuesto en Hábitat en los años 90 en Estambul y ahora lo hizo con el Master Plan en Medellín, propuesta denominada Ciudades Amables y Competitivas, respaldada por Findeter. No de otra manera se explica que sigan muchos manizaleños recorriendo el mundo hablando de las bondades de lo que aquí ha sido modelo, pero que finalmente se aplicó mejor en otro lado, porque aquí nos quedó faltando la convicción para creerlo posible.