a demostración más clara de que el papa Francisco está sintonizado totalmente con los temas de nuestro tiempo es su encíclica Laudato si, en la que denuncia la responsabilidad del hombre en los problemas que afectan al ambiente hoy en el planeta. Se trata de un fuerte llamado de atención a la coherencia que debemos tener como humanidad, al reflexionar acerca de que no se puede construir un buen futuro para todos si se hace sobre bases que destruyen la propia sostenibilidad de tal proyecto.
Con su promulgación la semana pasada despertó una interesante polémica, al cuestionar el modelo consumista que pone por encima los intereses económicos a la armonía que debe existir entre el desarrollo y la naturaleza, razón por la cual hoy hay daños graves en el ambiente difíciles de reparar. "Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros", afirma con gran energía.
Como líder mundial que es, se atreve a cuestionar a los líderes del mundo moderno, quienes pese al avance de la destrucción ambiental siguen sin comprometerse a fondo para evitar más daños y tratar de reparar los que ya se han producido. De hecho, es muy llamativo que sean los países más contaminantes los que menos estén dispuestos a invertir para cuidar el planeta. Los fracasos de las cumbres mundiales que buscan abordar esos temas son evidencia de esa debilidad en la que los intereses particulares se ponen por encima del bienestar de la humanidad.
No se equivoca el alto jerarca de la Iglesia Católica al poner los problemas de la pobreza en el centro del debate, pues entre las causas de este flagelo hay que considerar ese modelo que se interesa más en el logro de grandes objetivos económicos, por encima del cuidado de los recursos naturales, con lo que también se afectan amplia poblaciones humanas. Su contundente llamado a eliminar las causas de las disfunciones de la economía mundial para que se garantice el respeto al medio ambiente, debe ser acatado.
Es evidente que al lado de la salud del planeta también está en riesgo la misma seguridad alimentaria, y con ello se pone en peligro la misma sobrevivencia humana. Por eso, no puede despreciarse la sentencia de Francisco en el sentido de que: "La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería". Es preciso atender ese llamado enérgico y comenzar a tomar decisiones que nos asegure un porvenir positivo a todos los pobladores actuales del mundo y a las generaciones que vengan.
Finalmente, podríamos afirmar que el valioso documento del papa Francisco es una férrea defensa de la vida, en la que el hombre es el centro de la responsabilidad, pero también del beneficio. Los católicos debemos tomar en cuenta la trascendencia de este pronunciamiento y pasar de dejar todo en manos de Dios, para nosotros mismos empezar a ser responsables de cada uno de nuestros actos, buscando que ellos siempre sean en favor de la humanidad, con verdadero sentimiento de solidaridad y amor cristiano.
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