Ser la segunda ciudad con mejor calidad de vida en Colombia, según sus habitantes, no les sirve de nada a los estudiantes de colegios públicos de la ciudad que siguen esperando que se reactive el programa de almuerzos escolares. La mala noticia es que hoy regresan de sus vacaciones de Semana Santa y a dos meses de su próximo periodo vacacional no se empieza con esta ayuda. Educar niños con hambre no es la mejor de las ideas que se tienen para una ciudad que sueña con ser innovadora y con calidad de vida para todos.
Apenas el próximo lunes se daría a conocer el ganador de la licitación que abrió la Secretaría de Salud para comenzar por fin en mayo el programa de almuerzos escolares durante 120 días calendario académico, es decir, unos seis meses. Serán 8 mil 314 los estudiantes que se beneficiarán con esto, ni siquiera los 9 mil 500 del año pasado. La licitación que se abrió beneficiará a 28 instituciones de las 57 oficiales que tiene el municipio y se concentrará en las que formen parte del programa de Jornada Escolar Extendida y los beneficiarios solo recibirán almuerzo dos días a la semana. No obstante, se sigue incluyendo la entrega de mercados para niños de uno a cinco años en estado de desnutrición y madres gestantes en riesgo, y un refrigerio diario para niños que no están cubiertos por el programa del Ministerio de Educación. La Administración también suma la mano de la Fundación Lúker, que suministrará 1.700 almuerzos con el mismo contratista que gane la licitación, y espera que otras empresas privadas aporten para que sean más las raciones.
Por fortuna, para unos cuantos, en algunas instituciones se cuenta con el sentimiento solidario de los profesores que con sus propios recursos apoyan a los niños con alimentos comprados por ellos. En otras, algunas instituciones particulares y ONG les dan la mano para esto, pero es insuficiente. Son esos mismos profesores con sentido de pertenencia y preocupados por la situación de sus alumnos que reconocen que este año, por la falta de los almuerzos, ha bajado el rendimiento académico de muchos pequeños que aguantan hambre y no pueden concentrarse.
Resulta paradójico que una medida que se focalizará en los colegios en donde se presenta más bajo rendimiento escolar, de alguna manera termina castigando a los que vienen haciendo mejor la tarea. Además no se entiende que sigamos creyendo que aquí los indicadores son mejores que en otras partes, cuando las cifras han sido contundentes en materia de pobreza, miseria y de desnutrición de nuestros niños, razón que debe llamar la atención para que de una vez por todas la priorización de la educación se vea reflejada en los presupuestos y no simplemente en los discursos. Se necesitan ocho mil millones de pesos para llevar almuerzos a toda la población escolar oficial al año en la ciudad, precisamente por eso no se puede someter a que se dependa de la caridad, sino que tiene que formar parte de los mínimos que garantice el Estado. Si muchos no lo necesitan, entonces que se busque la manera de que los que sí lo requieren lo reciban y sin excusas.
Si en Manizales la situación es difícil, en Caldas el tema es tan complicado que el propio gobernador, Julián Gutiérrez, advirtió que por falta del giro de la Nación de $3 mil 800 millones está en riesgo el Programa de Alimentación Escolar 2014, que cubre con desayunos a 56 mil 351 niños en 26 municipios, y a 42 mil 119 con almuerzos. La educación empieza por la buena alimentación. Para obtener resultados académicos mejores, se deben garantizar los mínimos vitales, pero de esto poco se habla en las campañas.
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