Los atrasos en los avalúos catastrales de por lo menos tres años causan que Manizales deje de percibir unos cuatro mil millones de pesos anuales, según cálculos de las secretarías de Hacienda y Planeación, a lo que se debe sumar la falta de incorporación al inventario de inmuebles de la ciudad, de las nuevas construcciones en lo que antes eran lotes. Esto sucede en un momento en el que la construcción está dinamizando la economía regional. Es decir, cuando estas nuevas edificaciones deberían estar aportando con sus impuestos a la inversión, tal como lo hacen en la mayoría de ciudades, en tiempo real.
El cuello de botella se presenta en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), que tiene a su cargo esta actualización, tarea para la cual es contratado por lo menos cada cinco años por el Municipio, por mandato legal. Este organismo parece tomar esta situación de manera muy tranquila y no darle la importancia que reviste, pues todo peso que deje de percibir una ciudad con tantas necesidades como Manizales, es generar mayores desigualdades, es perder oportunidades para acometer tareas pendientes, de tantas que hay.
Además, lo del Impuesto Predial es solo una parte del problema, ya que al no haber una información actualizada de los predios se frena el ritmo de los negocios de compra y venta de inmuebles, lo que también repercute en poner freno al crecimiento de la economía, que tiene en la construcción un gran impulsor. Cada día que pasa y que siguen apareciendo nuevos edificios de apartamentos en la ciudad es mayor el monto de los potenciales ingresos que no llegan al erario.
Lo más complejo de esta situación es que a pesar de las quejas de constructores y de la Alcaldía, el IGAC no actúe para solucionar este problema. Al contrario, las respuestas de su director, Heynar Jaramillo Aragón, ponen en entredicho la diligencia que deben tener los servidores públicos. Saca excusas, que si no fueran por los efectos terribles que causan darían risa. Que deben los propietarios ponerse de acuerdo con la constructora para asumir su cuota parte del impuesto global, que mientras no haya un buen sistema esta situación va a seguir ocurriendo, que cuando les solucionen el problema desde Bogotá tratarán de ponerse al día, aunque esto nunca será posible... En fin, disculpas que no admite la Administración pública moderna, que debe procurar dar soluciones y no complicar a los administrados.
Esperemos pues que si desde la regional Caldas no hay manera de que se le preste la atención que exige a esta situación, las directivas desde Bogotá tomen cartas en el asunto, pues la ciudad no se puede conformar con ver cómo pierde posibilidades para tener más recursos. Claro que los cambios pueden traer traumatismos, eso sucede en cualquier institución, pero cuando se presentan lo que corresponde a los líderes que están al frente suyo es actuar con el suficiente rigor y prontitud para superarlos. Eso no es lo que parece suceder en este caso.
También hay que llamar la atención de los gremios que en situaciones como esta, que afectan el patrimonio de la ciudad, deben ser más vehementes en sus reclamos a entidades públicas que se duermen en los laureles. Esperamos tener noticias muy pronto de que la situación ha sido superada y que la actualización catastral está al día.
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