l hallazgo de 34 cilindros de gas, 30 de ellos cargados con anfo en la vereda Río Claro del municipio de Argelia (Antioquia), en límites con Samaná, tiene que ser analizado como un llamado de atención para la seguridad del oriente caldense. Esa zona del departamento fue la que más sufrió con el conflicto armado en la década pasada y, sigue siendo la más vulnerable ante la cercanía de acciones de frentes de las Farc que siguen activos en el sur de Antioquia.
Si a eso se le suma que varios subgrupos de esa guerrilla vienen ejecutando acciones terroristas en diversas zonas del país, los 300 kilos del explosivo que fueron encontrados tienen que encender las alertas, ya que es muy probable que los subversivos estuvieran planeando ataques terroristas a la infraestructura energética de la región, específicamente a la hidroeléctrica de La Miel, situada en esa zona de Caldas.
No se reportan aún denuncias de la ciudadanía acerca de la posible actividad de grupos armados ilegales en territorio caldense, pero las autoridades deben reforzar la presencia en esa región, pues no se les pueden dar ventajas a los subversivos, quienes actualmente buscan presionar al Gobierno Nacional para que sea decretado un cese bilateral del fuego, situación en la que el presidente Juan Manuel Santos ha sido enfático en sostener que solo se dará cuando se haya firmado un acuerdo para poner fin al conflicto.
De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, durante el último mes las Farc han perpetrado cerca de 30 ataques terroristas en diversos lugares de Colombia. Si bien está previsto que los diálogos de paz de La Habana (Cuba) se desarrollen en medio del conflicto, la actitud desafiante de las Farc genera una atmósfera que le resta credibilidad a sus supuestas intenciones de firmar un acuerdo que conduzca a la pacificación de Colombia.
La agrupación guerrillera borra con el codo lo que ha hecho con la mano, y aunque estaría colaborando en las labores de desminado en zonas de Antioquia, su actitud belicista es un claro reversazo que pone en peligro el avance de las conversaciones. Por eso, gana adeptos la propuesta de ponerle límites a los diálogos, a sabiendas de que tales plazos no han tenido efectos positivos en la resolución de otros conflictos en el mundo.
Es de una enorme torpeza de las Farc no solo atentar contra los soldados, policías y civiles, sino también hacerlo en perjuicio de los recursos naturales, como ocurre cuando se derraman hidrocarburos en las fuentes de agua. Con ello lo único que hace es más difícil que la sociedad acepte su incorporación a la vida nacional, sin exigir castigos severos por sus acciones. Lo que deberían hacer es dar muestras reales de voluntad de paz, acelerar el paso de los acuerdos y esperar la comprensión del país.
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