Si nada extraordinario ocurre en la Asamblea de diciembre, el fútbol colombiano recuperará dos equipos con historia en la categoría A, pues es evidente que el descenso de varios y su remplazo por escuadras sin afición le ha hecho mucho daño a este deporte profesional, al punto que han caído las entradas a todos los estadios. La decisión desde el punto de vista empresarial es difícil de cuestionar. No obstante, sí valdría la pena que quienes regentan la Dimayor presten atención a varios detalles.
Hacer un torneo con 20 equipos obliga a jugar por lo menos dos partidos más a cada uno en el año, cuando hay quejas de que ya hoy se presenta una sobrecarga para los jugadores ante la exigencia de las competencias nacionales y para quienes deben responder en torneos internacionales, que a veces en lugar de un premio parece ser un castigo. Se debe facilitar el movimiento de fechas para que puedan responder de la mejor manera a todos los compromisos oficiales que tengan. Así que es obligación que de una vez se ajuste el calendario para ayudarles a los equipos colombianos en copas Libertadores y Suramericana.
Se ha hablado de una fase de eliminaciones directas, lo que termina ocasionando que el especulador aproveche para poner cerrojos en su portería y espere un error del contrario. Este sistema no deja margen para el error y en un fútbol tan irregular como el nuestro el mejor equipo se puede quedar por fuera en un parpadeo, lo que podría ocasionar que la cura que se busca resulte peor que la enfermedad. Esta excepción para que dos de los seis equipos tradicionales que cayeron a la B no puede convertirse en costumbre. Debe ser por una vez y punto. Esto debería también mirarse desde la necesidad de que los clubes representen realmente ciudades, aficiones y no solo que respondan a las ambiciones de un negociante venido a directivo.
Vale la pena pensar en que se aproveche la oportunidad para una mayor profesionalización del fútbol colombiano. Esto pasa por respetar a los jugadores y escuchar su opinión y que tengan poder de decisión o de veto en determinaciones clave como la de crecer la lista de participantes. Así mismo, es vital que se creen nuevas categorías. Que como en cualquier país serio en su sistema deportivo existan la C, D y E. Categorías para promover los talentos, obligan a trabajar en las divisiones menores y permiten que haya mayor seguimiento a clubes y jugadores. El momento dorado de nuestros talentos en el exterior es una oportunidad para enriquecer el debate y aprender con su experiencia.
Finalmente vale la pena resaltar la decisión de Kenworth, patrocinador del Once Caldas, de inyectarles recursos a las divisiones inferiores del club de cara al futuro. Esperamos que en esta oportunidad el anuncio se concrete en el largo plazo, pues ya en el pasado otros directivos han hecho los mismos anuncios que luego se los ha llevado el viento. Esta debe ser la línea no solo en el Once Caldas, sino en todos los equipos que se dicen profesionales.
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