Osvaldo Hernández

LA PATRIA | Manizales

Lo tuvo casi todo para ser futbolista profesional. Fuerza, técnica, gambeta, velocidad y ganas. Pero la falta de apoyo, decisión, o la opción de estudiar impidieron su consolidación. Ahí se sintetiza la carrera deportiva de Jaime Eduardo Castaño, el popular Lalo, quien el pasado jueves fue asesinado en Maltería.

Jaír, uno de los 14 hermanos, cuenta que empezaron a jugar fútbol en La Asunción: "No solo jugó él, nosotros también, Germán, Julián y yo, pero Lalo fue el que llegó más lejos".

Sus habilidades lo llevaron al equipo de la Licorera con Yesid Bedoya como técnico: "jugaba los torneos de la Liga y empezó a llegar a la Selección Caldas".

Siendo aún muy chico pasó a Trocorte, uno de los equipos de mayor tradición que ha tenido la ciudad: "Lo conocí en La Asunción y me lo traje, era un niño todavía", cuenta Carlos Alberto Correa Torres, quien fue su técnico allí, en los seleccionados caldenses y el torneo Industrial.

"La rendía mucho, pequeño, pero guapo; hábil y gambeteador. Muy joven fue figura en el Industrial", por eso llegó al día que hicimos las gestiones con los directivos del Once Caldas y lo llevamos allí. Regalamos su pase", dice Carlos.

Correa Torres recuerda que en un zonal en el Chocó, Lalo hizo el gol del empate 1-1 con Antioquia: "Antioquia tenía un equipazo, los porteros eran Hugo Tuberquia y Juan Carlos Henao".

En el Once Caldas, que en esa época se llamaba el Once Philips, se preparó con Alberto Rujana y Álvaro de Jesús Gómez. Debutó y alcanzó tres partidos, pero desapareció rápidamente del medio.

Jaír, su hermano, dijo que Lalo se lesionó y le dio papaya a un directivo y aprovechó para echarlo: "Ese directivo después le pidió disculpas, pero ya para qué. Aún no tenía peso en el equipo".

Salió del Once y fue a Envigado, donde lo intentó con Fernando Pecoso Castro, pero no se sintió cómodo porque no le daban la pelota. Regresó a la ciudad y se matriculó en la Universidad de Manizales y se graduó de contador público.

Se hizo profesional, empezó a laborar y a jugar los torneos satélites. Luego se trasladó laboralmente a Medellín hasta que decidió radicarse en Estados Unidos, donde estuvo cinco años.

Retornó a la ciudad, creó su hogar, se estableció comercialmente y volvió al fútbol, a marcar goles en La Enea, Villa Beatriz, Villamaría, Reyes Magos y La Asunción. En todos fue goleador.

Su último partido lo jugó en mayo pasado, en Villa Beatriz, con Multisalud, también, fue último equipo, juego en el que salió lesionado, lo que lo dejó por fuera de las competencias.

Lalo Castaño, con 44 años de edad, murió dejando el recuerdo grato de sus gambetas en la cancha y la sonrisa para quienes lo conocieron como compañero, como rival o como amigo en la calle.

Lo recuerdan

Alfonso Petiso Núñez (Caldas)

Fue un puntero derecho, rápido, hábil, que cabeceaba muy bien a pesar de su corta estatura. Lo tuve en la Selección Caldas y en las reservas del Once.

Carlos Correa (Trocorte)

Tuve la fortuna de descubrirlo en La Asunción y lo llevé al torneo Industrial. Luego hicimos la gestión para llevarlo al Once Caldas, y regalamos su pase, pero no continuó.

Álvaro de Jesús Gómez (Once Philips)

Empezó con el profesor Álvaro Prieto. Debutó conmigo por sus condiciones, rápido, hábil y gambeteador. Hasta dónde yo estuve, lo tuve al lado de los grandes. Lamento lo sucedido.

Jaime Eduardo Castaño estaba casado con Gloria Liliana Castaño, unión de la que nacieron Daniel y Salomé.

Lalo es el miembro 14 de la familia Castaño: De la unión de don Carlos y doña Libia, nacieron Hernán, Consuelo, Gilma, Danelia, Albeiro, René, Édgar, Rubiela, Carlos, Marina, Germán, María Eugenia, José Jaír y Julián.

Partido como homenaje

Los amigos de Lalo, encabezados por Juan Carlos Henao, promovieron un partido como homenaje póstumo y solidario con su amigo y su familia. Será el jueves (7:00 p.m.) en el Polideportivo de Villamaría. Al juego llegarán profesionales y exprofesionales, compañeros y excompañeros de Jaime Eduardo. La idea, también, es recoger recursos para ayudarle a la familia.