Ricardo Patiño
LA PATRIA | MANIZALES
"No tengo rival en mi categoría. Con decirle que me he dado el lujo de superar a Hernán Barreneche, campeón mundial. Saque conclusiones...".
Marco Aurelio Rincón Ballesteros es un roble. Tiene 77 años, pero figura atlética. Sus compañeras del Club Deportivo Sénior Máster de Caldas lo admiran por su trayectoria y por su abdomen plano. Su cuerpo, de 48 kilogramos, está tatuado de títulos. El atleta activo más veterano de Caldas ya perdió la cuenta de cuántas medallas ha ganado. Fácilmente puede hacer un museo en la finca Acapulco de la vereda La Violeta, de Manizales, donde hace dos semanas su hija Dora Liliana lo sorprendió en el cumpleaños con una torta que tenía su imagen. Él es un campeón, como lo pregonan sus amigos Rubén Darío Carvajal y Gilberto Valencia.
Entre los cafetales
Don Marco no es un atleta del común. Quizás los demás se le parezcan en que madrugan a sus labores. Él lo hace a las 5:30 de la mañana, hora a la que empieza la rutina. Sus hijas Dora Liliana y Luz Piedad se turnan y lo despachan para el campo. "Otra historia es cuando hay cosecha de café porque muy a las 3:00 está despierto. Él no se cansa", dice su esposa, doña Ligia Castaño, quien no lo desampara desde hace 50 años.
Para este sonsoneño, bautizado en Aguadas, es sagrado entrenar los miércoles y domingos. El atletismo corre por sus venas brotadas. Se echa la bendición y se encomienda a la Virgen de El Carmen para emprender su camino por carreteras destapadas y en medio de cafetales. "Es de admirar su preparación porque es alejada de la técnica. No tiene un plan de entrenamiento. El campo es su pista", dice Carvajal.
Va hasta Chinchiná, toma la doble calzada, recorre las fincas de su vereda y coge cualquier atajo. No tiene una ruta definida para demostrar el nivel que lo llevó a ganar hace cuatro meses tres oros en 5 mil, 10 mil metros y la Media Maratón del Campeonato Nacional Máster de Cartagena. Su felicidad fue más por conocer el mar y montar en avión, porque ganar es su costumbre. No se equivocó el exatleta y agente de la Policía Rigoberto García, ya fallecido, cuando le puso el ojo hace 20 años en una maratón campesina por relevos entre Irra y la Plaza de Toros.
¿Por qué no tiene rivales? "Ya casi no hay ancianos. Barreneche es más alto que usted y también lo superé. Fue en Cartago y en un cross que hubo en Manizales. No le quedó otra que aceptar porque él está curtido en premios", relata don Marco en los cafetales de su finca.
"Colerín calambroso"
Nació el 8 de septiembre de 1939. Tiene siete hijos, pero nadie le sigue el paso. "Es muy valiente. Ninguno de los hijos hace lo mismo", insiste doña Ligia.
"Mi papá fue parrandero, pero menos mal no me gustó. He sido trabajador toda la vida. El campo es lo mío, eso sí, cuando compito se me olvida todo. También les doy la medida a los más jóvenes", aclara.
Eso lo confirma Jaime Alberto Vargas, quien participó hace 20 días en un chequeo atlético para homenajear a este consagrado deportista. "Hay que estar muy bien preparado para pensar en ganarle. Nadie se le pasa con facilidad".
Don Marco no se queda quieto. Sonríe. Es atento. El 4 de septiembre, cuando lo visitaron sus compañeros de la Asociación, estaba ansioso. Ese día madrugó más. No dejó nada al azar para el sancocho que prepararon. Por un momento cortó leña y afiló su machete. También repartió besos y abrazó a sus compañeros. Dio entrevistas para televisión, como lo hacen las figuras. "Es un ejemplo para la juventud que es débil. Ver a mi papá con ese vigor nos entusiasma demasiado. Es humilde, honesto, servicial y le encanta que lo admiren", dice Liliana, la hija que lo acompaña desde hace 44 años. Es su ángel de la guarda.
La vida no solo lo ha premiado con talento, sino con salud. A lo único que le teme es a enfermarse y a no levantarse. Cuando se le pregunta por sus dolencias hace referencia al "colerín calambroso". ¿Y qué es eso? "Es lo único que me ha dado. Es con vómito. Se sienten unos corrientazos en los brazos y pies. Nadie se escapa de eso", dice entre carcajadas.
Don Marco sabe poco de vitaminas. Su resistencia se la debe a los jugos y a la papa, eso lo deja claro. Tampoco le gusta el agua en plena carrera. Solo la recibe para refrescar su cuerpo. "Me da tos. Eso me desconcentra".
El ciclismo también lo puso a pensar. Recorrió fincas en bicicleta y desafió los caminos hasta llegar al corregimiento de Arauca (Palestina). Terminó rendido, en la cama. Se dio cuenta de que sus fortalezas no pasaban por dar pedalazos.
"No me gustó. El atletismo me llamó. Recuerdo que un inspector de Policía nos convocó a una carrera. Me preparé cuando faltaban 20 días y terminé tercero después de caerme en la salida. Eso fue un triunfo porque llegaron como 100 personas".
Don Marco es un luchador. Su memoria sigue intacta. Recuerda cuando quedó noveno en la Maratón de los Juegos Nacionales de 1974 y las 2 horas 29 segundos que empleó en el recorrido. Hoy cuando amanezca y la luz ilumine la vereda La Violeta, don Marco estará de nuevo en la carretera. La pista que le ha dado grandeza.
La frase
"Le gano hasta a señores de 60 años. Yo salgo y no miro para ningún lado", Marco Aurelio Rincón.
Destacado
"Como persona y atleta es admirable. Es dedicado y se ha superado mucho, a pesar de la edad. Ha sido mi contrincante porque en los campeonatos nacionales somos primero y segundo", Hernán Barreneche, campeón mundial en seis oportunidades.
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