LA PATRIA | MANIZALES
“Amo lo que hago. Soy adicto en comprar herramienta y rediseñarla”. La frase es de Hernando Gutiérrez Henao, conocido en el mundo de las bicicletas como Bisoño, apodo que le heredó a su hermano Vicente, ya fallecido.
Él, padre de Marcelo y Rafael, los reconocidos ciclomontañistas del país, lleva el ciclismo en la sangre y difícilmente lo dejará, pues es propietario de un reconocido taller en la Avenida Santander.
En el barrio La Castellana empezó esta aventura. De joven comenzó a montar en las bicicletas de los amigos y se enrutó hasta llegar al bicicrós después de comprar una Redline en Estados Unidos. Su rendimiento lo ratificó en 1982 cuando quedó campeón nacional en Palmira (Valle del Cauca).
Quiso estudiar medicina, pero no se le dio. Prefirió trabajar en la finca de su familia unos 20 años, sin olvidar las bicicletas. Su amor era tanto que aprovechó la plata de un cultivo de maíz para comprarse una todoterreno “con todos los juguetes”, como lo admite.
En 1998 ganó una válida de la Copa Nacional de down hill en Salento (Quindío) y un año después se dio el lujo de obtener el subtítulo en el Panamericano que se hizo en Manizales.
Después de la separación de su esposa vino el retiro de su actividad competitiva. Sin embargo, mantiene pegado a su negocio que “parece de mafioso”, según él, por la cantidad de cosas que tiene.
Bisoño, que ve el ciclismo como la mejor escuela para formar personas, dejó huella con sus pedalazos, los mismos que tienen a sus hijos en la élite del ciclomontañismo.
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