Texto: Fernando-Alonso Ramírez
Fotos: Freddy Arango
LA PATRIA | Manizales
Se vale soñar. Se vale llorar. Se vale sentir. La escritora colombiana Ángela Becerra es como sus libros: idealista, extrema, soñadora, amorosa y acogedora, larga en la palabra. Terminó su charla aplaudiendo a su público, a los jóvenes estudiantes del colegio Granadino, que se habían leído Lo que le falta al tiempo.
Luego charló con ellos como una vieja amiga, se tomó fotos con todo el que se lo pidió y firmó libros, cuadernos y hasta boletas que invitaban a La mujer en la literatura, como se llamó a la jornada, aunque a ella no le suene mucho: "dejemos que sea literatura, sin la mujer". A pesar de eso, mostraba orgullosa una manilla blanca en la que también se hacía mención del undécimo congreso de la literatura. Se la dieron apenas llegó al colegio.
Ángela Becerra es sentimiento. Tal como en sus libros, con esas historias de santas, de ausencias, de amantes imposibles, de descubrimientos, de encuentros de la belleza, de odios y sobre de todo de amor. Para ella, "cuanto más vivimos, más sueños nos quedan por despertar".
En Manizales había estado hace como 30 años. "El paisaje es espectacular, es tranquilo. Es una ciudad como fácil". Esa primera vez subió al Nevado del Ruiz, con su pequeña hija de unos tres años. "Todos bajamos enfermos", bromea.
ANDA ESCRIBIENDO
- ¿Y qué libro anda leyendo?
Ando escribiendo. Cuando escribo ya no leo, me absorbe la escritura. Llevo año y medio trabajando en la documentación de mi nueva novela. La mayor parte el escenario es en Medellín en los años 20, pero sí me ha llevado mucho tiempo de documentación, y me la he gozado.
- ¿Ya se preparó psicológicamente para responderle a la parentela caleña cuando le reclame por qué Medellín y no Cali?
(Sonríe) Habrá otra en Cali. Los temas surgen, nadie los va planificando. Durante años estuve en planificación, cuando trabajaba en publicidad. Ahora estoy en un mundo de libertad y no quiero perderlo. Jamás dejaría que una editorial me comprara una novela antes de escribirla, porque eso es una espada de Damocles. No, a estas alturas de la vida pago por ser libre. Ya hice tres viajes a Medellín y me he encerrado en la biblioteca de Eafit a investigar.
- ¿Cómo se construye un personaje como Francisco, a quien usted no debe querer mucho, para volverlo un protagonista en su historia de Memoria de un sinvergüenza de siete suelas?
Me hacía ilusión meterme en la piel de un hombre, empezar a hablar en primera persona como un hombre y que además se portaba muy mal, con una doble moral muy marcada. Y quería hacer una novela coral, con tres voces, que una fuera el odio, Morgana; la otra el símbolo del amor sublimado, Alma; y luego ese personaje que se iba a mover en todas las aguas, iba a ser sinuoso y que realmente era frágil, que había creado un personaje que se lo termina tragando y ya no podía salir de allí, Francisco. Quiero ahondar en las emociones y sentimientos de los personajes mostrando todas sus miserias y contrariedades, pero en esta novela iba a tener una diferencia con respecto a las otras, que iba a estar narrada en tres primeras personas. A veces el odio tiene tal fuerza que si no controlas eso te puede comer la historia, porque sale como un caballo desbocado, eso fue Morgana, mientras el amor es más corderito.
- Usted se dice perfeccionista, y decide volverse escritora profesional ya grande, después del éxito en su carrera de publicista. Un gran miedo del perfeccionista es publicar. ¿Cómo lo vence?
Entre aquellos de los que hablas hay muchos escritores frustrados que son críticos literarios, que están a la caza de comerse al primero. Además, si tú vendes, eres malo para los críticos de culto. Tengo un amigo que hace parte de la Real Academia de la Lengua de España, experto en Cervantes. Cada que me lo encuentro me dice: “Ángela, tengo que escribir mi novela”, pero es una pluma sangrante, malvado. Claro, le digo yo, sabes por qué no escribes, te da miedo de que como te has comido a todos, ponerte en bandeja para que te coman.
La escritura hace parte de la gente que cree en los sueños. Y en los sueños no se puede uno plantear demasiadas cosas. Para mí, al final un libro tiene música, y lo que hace el lector con el escritor es bailar. Cuando estás feliz la música está sonando bien, pasas la página. Si la música rechina eso es un pisotón en un baile, me aparto, cierro el libro. Si antes de publicar piensas en lo que van a decir de lo que vas a escribir, pues no escribes nada.
Pone su dedo índice izquierdo en la sien y levanta el pulgar en escuadra, se apunta: "Si no le gustan mis novelas, pues no me lean, ¿a quién le ponen un revólver y le dicen tiene que leer?".
FINAL FELIZ
- La persona que creyó en Ángela Becerra como narradora es alguien con arraigo en Manizales, Benjamín Villegas. ¿Qué le dice ese nombre?
Benjamín es la persona que creyó en mí, lo quiero muchísimo. Cuando me rechazaron todas las editoriales españolas diciéndome que el amor no estaba de moda, que debía ser profunda o divertida, pues me vine y empecé a tocar puertas y entre esas puertas estaba Benjamín y creamos un equipo maravilloso. En el momento en que él quiso publicar esa novela se me vinieron en cascada las historias que tenía contenidas. Ya había publicado un poemario en España, pero quería publicar narrativa, para mí fue fundamental encontrarnos porque él también apostaba, publicaba libros muy difíciles de vender, los dos ganamos. Lo quiero muchísimo y le estoy muy agradecida, después vino el premio Planeta, y llegamos a hacer una publicación conjunta, por fidelidad y el cariño que le tengo.
Durante su charla ante los estudiantes, confesó que lloró en la mañana cuando entró al salón Lo que le falta al tiempo, ambientado con los elementos esenciales del escenario de esa obra. "Me conmovió que se lo creyeron, que la santa estaba, que estaba todo este escenario, que lo llegaron a vivir tan bien que me he sentido identificada en lo que han representado".
- Finalmente la pregunta que le envía una lectora: ¿Puede el amor inspirar tanto como para no repetirnos, tanto en la vida como en los libros? ¿Hay fórmula mágica?
El amor siempre inspira y que no falte. Es el gran motor de la vida; negarlo es perderse de una maravilla. Como escribo sobre los seres humanos, contradicciones y sentimientos, el amor siempre va a estar, a veces más protagonista, pero siempre estará ahí. La esencia del amor siempre es la misma, pero la manera en que se vive es como cuando preparas un plato de algo. Tienes una carne que es la misma con la que podrías hacer un bisté a la criolla, un carpacio de carne, aunque sea poco romántica la frase, el ingrediente está ahí, el amor tiene diferentes maneras de versionarse.
PASOS PARA UNA NOVELA
Según Ángela Becerra, una novela tiene estas fases, que extrajimos de lo largo de la entrevista:
1. El descubrimiento: es el armazón de la historia, creando todos los mimbres sobre los que se va a tratar y es una época de reflexión, de investigación ardua, de lectura, de viajar, me gusta caminar el escenario, empaparme. Empiezan a surgir los personajes. Hasta que tú no los pones a andar no sabes cómo van a responder. Están vivos en ese momento, en plena antesala de creación, pero hasta que no los vives y empiezas a hacerlos hablar no sabes cómo responden.
2. La mecánica: también tiene creatividad, pero con unos pilares ya puestos. Cómo van a hablar los personajes, cuál va a ser el tono. Hasta que no empiezas a escribirla no sabes la novela cómo va a hablar, por más que le digas cómo, la novela tiene voz propia y termina sometiéndote a su voluntad y ahí está el tira y afloje de la escritura, en hacerle creer a la novela que ella manda, pero en realidad tú estás mandando. Es como vivencia de un matrimonio. Todos los que tenemos pareja sabemos qué es eso, hagámosle creer que tiene la razón, pero no la tiene.
3. La escritura: Cuando escribes tienes que ir con un punto de ingenuidad y de creer en que los sueños son posibles. Cuando vas a escribir nadie te va a llenar esa página en blanco. Es un oficio en el que quien recibe esa obra tiene que trabajar, en un libro la acción del lector es importantísima.
4. La publicación: Esa es otra historia. Cuando quieres publicar quieres ir al público. Cuando el escritor dice que no quiere vender es mentira. Entonces que escriba y guarde en su biblioteca.
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