Alba Rocío Sánchez y Mario Armando Valencia.

Fotos | LA PATRIA Alba Rocío Sánchez y Mario Armando Valencia.

Dos caldenses, Alba Rocío Sánchez Toro y Mario Armando Valencia, vinieron a Manizales para presentar sus libros. Hasta ahí su coincidencia, porque sus obras no pueden ser más distintas. Mientras Alba Rocío publica su ópera prima, no forma parte de circuitos literarios y escribe una especie de autobiografía de su vida, Mario Armando es un viejo conocido de los ambientes culturales manizaleños.

Testimonio

Foto | Juan José Duque | LA PATRIA

Alba Rocío Sánchez.

Mis huellas... mis cicatrices es el título de la obra de Sánchez Toro, "un relato de todos los acontecimientos que me han pasado". Ella durante 32 años laboró como gerente administrativa y financiera de dos empresas de construcción en Bogotá, luego se fue a vivir a Europa y por primera vez escribe un libro que hizo por sugerencia de sus sobrinos.

"Ellos me escuchaban contar todas las cosas que me pasaban y me animaron a escribir". Empezó a hacerlo a mano en un cuaderno y cuando se dio cuenta de que le estaba quedando bonito, se animó a pasarse a computador y se pasaba días seguidos desde las 8:00 de la mañana hasta las 9:00 de la noche tecleando.

Luego empezó a definir una serie de capítulos: "Hice como una distribución: la niñez, la adolescencia, el colegio, los amigos. Luego empecé a relatar lo que era ya mi vida, porque yo he tenido cinco esposos. Con todos me han pasado cosas buenas, malas, terribles, pero llegó mi media naranja. A esta edad me llegó esta aventura bonita de la vida".

Al final, el libro deja un mensaje positivo, que la vida no se acaba porque haya una persona mala en ella. Ella se propuso hace muchos años no ponerse fronteras y Villamaría se le quedaba pequeña, incluso consideraba que si tenía hijos se le iban a cortar las alas.

"Tuve un ejemplo muy bonito de mi papá, que se pensionó de la Central Hidroeléctrica de Caldas y era un hombre amoroso. Siempre tuve a mi papá y a mi mamá como un ejemplo. Él nos decía: cuando ustedes sean grandes tienen que trabajar y tienen que aprender a defenderse sin apoyo, porque éramos cinco mujeres, todas aprendimos eso. Yo qué hice: desde pequeña, me dije: tengo que pensionarme como mi papá".

Después de pensionarse en Colombia, decidió con la pareja de entonces, de ingrata recordación según ella, irse a vivir a Barcelona. "Allá tuvimos unas crisis muy tenaces y contacté a una amiga que tenía un amigo en Alemania, que poseía una empresa transportadora. Me contactó con él y me fui a trabajar a Gosbach, Alemania, y hubo química con el dueño de la empresa y ahora es mi actual esposo". "Esa persona es la parte bonita del libro".

Hay muchos que se pensionan y se dedican a descansar, es como si la vida empezara a ser improductiva. Sin embargo, Alba dice y recomienda que es el momento de ser más productivo, "porque hay mucha experiencia. No hay edad para enamorarse. Me enamoré a los 57 años de este señor".

El libro se consigue por Amazon, por audiolibro. Está en España y en Manizales en Puebla Creativa, una empresa de publicidad que queda por Confa, por la 50.

Novela

Foto | Sofía Gómez | LA PATRIA

Mario Armando Valencia.

Latitud cero lecciones de equilibrio es la novela que presentó el jueves en Bellas Artes Mario Armando Valencia, manizaleño nacido en el barrio El Carmen. "Aquí estudié, me formé y después salí a otras ciudades. Soy docente en la Universidad del Cauca en Popayán, desde hace dos décadas". Este libro tiene 30 ilustraciones que corresponden a igual número de obras artísticas de Róbinson Obando Tabares y que se exponen en la pinacoteca de esa escuela.

"La novela narra un viaje del norte al sur de un personaje en busca del equilibrio y esa narración se da no solo en lo territorial, sino que se da en viajes mentales, psicológicos, culturales, sociales, políticos, sobre los territorios a todo nivel", explica su autor.

Se siente un escritor que se alimenta de la calle. Se encuentran en sus páginas referencias a Tico Tico y a otros lugares de la bohemia o de espacios como la Casa de Poesía Fernando Mejía, hacedora de intelectuales. "Pertenezco al grupo de escritores para quienes la obra es una imposición vital. Se alimenta de la autobiografía, pero no es una biografía".

Valencia ha sido más reconocido en Manizales como poeta y aún se reconoce así: "Me siento esencialmente poeta". A la hora de explicar su obra, dice que es una novela intercultural crítica, crítica de los modelos impuestos occidentales; y explica que colonialidad, racismo, machismo, sexismo y patriarcado son cosas que existen y que obligan a los pensadores interculturales, como se describe, a revisar el origen de donde venimos, la realidad que nos parió como sujetos y nos permite prescindir de lo que nos ata.

A una pregunta de si ese personaje crítico construido en su novela se había aburguesado, responde que no lo cree, "sino que acepta sin dolor los limitantes que tiene la búsqueda de ese equilibrio"".

La Manizales de esta novela es Kumanday, el nombre original del Nevado del Ruiz. "Kumanday no es solo Manizales, es la identidad de nuestras ciudades intermedias latinoamericanas, que se debaten en esa lucha de encontrar las raíces históricas y definir su futuro con esa performancia de realización como núcleos sociales autónomos independientes para hablar de América Latina".

Advierte que es también una novela urbana que narra una ciudad poco relatada, la de los barrios populares, de la zona de tolerancia, de personajes históricos que no han sido visibilizados, que no han sido representados: "Es como perfilar una ciudad de abajo hacia arriba buscando una horizontalidad de equilibrio".

Esta obra se podrá conseguir en librerías locales.

 

 

Temas Destacados (etiquetas)