Las elecciones del domingo en Caldas dieron dos resultados. El primero, la contundencia de una victoria arrasadora del candidato de la coalición de la U con el Sierrismo, que ganó en casi todos los municipios de Caldas. Victoria incontestable. El segundo, la abstención, que fue de proporciones mayúsculas, vergonzosas si se quiere, en un país y en un departamento, que ya no les creen a los políticos cada vez más desprestigiados, vistos como una plaga que le hace mucho mal a Colombia, a sus regiones, a sus circunscripciones y a sus municipios.

El gobernador electo, Julián Gutiérrez, hombre decente y recto, tiene ahora el reto de no dejarse arrastrar por los intereses políticos del grupo de la U, que ha sido tan cuestionado en Colombia y que tiene tanto político que no merece serlo, tanto mediocre dirigiendo los destinos de este país y de este departamento.

Julián Gutiérrez, haciendo honor a la herencia de sus padres, y en lo político a la del Dr. Ernesto Gutiérrez, está en la obligación moral con Caldas y con sus ancestros, de no dejarse arrastrar por esa política basura a la que nos acostumbraron lo barones electorales, incluido el que como dice uno de ellos su padre, que lo debe conocer bien, no sirve para nada. Eso, independientemente de que su padre hubiere sido un político tan cuestionado y corrupto como todos, la mayoría de los que en mala hora, reemplazaron a prohombres que hicieron política de alto nivel, para metamorfosearla en un negocio lucrativo, en un tingladillo de farsas y concupiscencias, donde los favorecidos son los elegidos y no los electores.

Creo que Julián tiene el reto de mostrar que se puede hacer política limpia, sin componendas y sin trampa, como se hizo costumbre ha mucho tiempo ya, en este maltratado Departamento. Le deseo pues la mejor gestión y confío en que el talante que le sirve de pedestal sobre el cual se ha podido levantar siempre con honor y honestidad, siga siendo su brújula.

El Departamento necesita con urgencia que le den solución a problemas que son una bomba de tiempo y que no dan más espera. Mucho más que obras, que es lo que siempre hacen los políticos para mostrar, el departamento necesita que se le dé valor a la gente. Que esta comarca de agricultores, cafeteros, ganaderos, microempresarios y campesinos, sienta que solo puede salir del atraso, si el lugareño, la muchedumbre de los pueblos y de la ciudad, comienzan a ser respetados y respaldados por unas administraciones que los han olvidado olímpicamente y que los mantienen lejos de todo, a merced de las inclemencias variables del clima, las pésimas carreteras, la infraestructura hospitalaria deficiente y obsoleta, la educación con restricciones insalvables y la seguridad ciudadana, que es precaria en un departamento en el que la vida vale nada y la muerte vale menos.

Se necesitan con urgencia determinaciones que hagan obligatoria la educación de todos los niños y adolescentes, sin aceptar excepciones, cortando de un solo tajo con esa costumbre de menores trabajando, alejados de la posibilidad de un futuro mejor.

Es inaplazable cambiar el proveedor de recursos para el Departamento, para no continuar con la vergüenza de una comarca que vive del licor y el alambique. No podemos continuar haciendo una expansión de las renta del alcohol, como fuente de financiación de la salud y de la educación, para tener la paradoja de vivir en un rincón, en el que gracias a Baco y sus bacanales, la gente se educa y alivia, a costillas de alguien que está pagando el precio de vivir enguayabado, a media caña o borracho, para que las rentas alcancen para pagarle a los maestros.

En fin, está Julián ante la oportunidad de hacer en dos años mucho de lo que no hicieron sus antecesores, entender la diversidad de un departamento que lindando con el Chocó, termina en las riberas del Magdalena Medio, atravesado por la trenza de sus montañas empinadas, de sus abismos profundos, de su topografía difícil.

Hoy más que nunca es necesario cambiar el concepto de desarrollo, no como el que está en la producción a gran escala, con poco personal y mucho trabajo robotizado. Tenemos que cuidar al pequeño agricultor, al que se rompe el lomo a diario labrando la tierra para sembrarla y recoger sus frutos, en un departamento que es eminentemente minifundista. Se ha tardado mucho en comenzar una defensa real de la ribera del río Magdalena, comenzando de nuevo a sembrar los árboles que la actividad ganadera, la más contaminante del mundo, derrumbó para convertir lo que fueran amplios plantíos de árboles, en llanuras resecas, que han contribuido en mucho a este desbarajuste climático que vivimos.

Necesitamos ciudades verdes, que como Maringá, demuestren que no son incompatibles la ciudad y los árboles. No cuidar hoy la naturaleza, acabar con los resto de pequeños chamizos que crecen al lado del río son buena parte de la causa de las inundaciones y los desbordamientos.

Solo si aceptamos que es respetando la naturaleza y no intentando someterla como se logra un desarrollo sostenible, tendremos un departamento para las generaciones que nos sucedan.

De manera Julián que le deseo buena suerte, y que tome la determinación de marcar distancia y no dejar que los politiqueros metan las manos en las arcas públicas.

Ya hablaremos "del cartel de cucarrones mierderos" de LA PATRIA en La Dorada, un grupo de personas con cuentas con nombres ficticios, a las cuales todos tienen acceso, para hacer el nauseabundo oficio de ensuciar el periódico con sus comentarios violentos, vulgares e indecentes. Tienen el mismo programador y pertenecen al mismo grupo político. Ya están claramente identificados. Hay exalcaldes, parientes de los mismos, funcionarios públicos. No podemos permitir que apócrifos cobardes conviertan el periódico en la letrina de la U.