Estuve repasando mis artículos desde los ya lejanos días cuando se dieron a conocer al mundo las primeras informaciones sobre el deterioro de la salud del coronel comandante jefe supremo de la patria de Bolívar. Inicialmente creímos que las cosas se iban a desarrollar como cualquier enfermedad corriente de las cuales padecemos todos los mortales, y como además estábamos en vísperas electorales, se comenzó a rumorar que esto parecía otra de las patrañas de Chávez para atraer más votos en la campaña que se avecinaba, y que ya había tenido fuertes avisos de peligro para la continuidad de Chávez. Esto se decía, ante una oposición que dirigida por un berraco joven llamado Henrique Capriles, quien con un coraje y un carisma asombrosos fue lenta pero seguramente abriéndose paso hasta terminar convertido en un gigantesco opositor del intocable mandatario.
Vino luego la dolorosa y lenta enfermedad del presidente la cual, según dicen los médicos que conocen del tema, fue erróneamente tratada en Cuba, donde se dice están los genios científicos de la medicina, y cuando menos se dieron cuenta o al menos cuando lo informaron al mundo, ya la suerte estaba echada y no existía ninguna esperanza de supervivencia para el coronel. Entonces comenzamos todos los que garrapateamos en los periódicos a hacer cábalas preguntándonos cuál iría a ser la suerte de Venezuela al quedar un barco en vísperas del naufragio sin un capitán capaz de enfrentar la impredecible situación que se venía encima.
No era necesario ser adivino para predecir lo que en estos momentos está pasando en tierras de nuestros vecinos, pero lo que sí es más difícil es vaticinar lo que en pocos días puede llegar a suceder.
Hagamos unas pocas elucubraciones: Decía en mi última columna que si Capriles no ganaba por un margen de votación más o menos amplio, ni Maduro, y mucho menos Diosdado Cabello iban a entregar el poder a la oposición. En ese momento creía que el presidente electo iba a tener los cojones de enfrentar el temporal que se avecinaba. Pero estaba equivocado, porque el verdadero mandatario, quien ya sacó las garras que desde antes venía mostrando, es Diosdado, y pueden estar seguros que este peligroso personaje dará mucho de que hablar en los próximos días, cuando destape del todo sus ambiciones y respaldado por el ejército, al cual domina, le va a quedar facilito tumbar al "hijoechavez", y siguiendo las enseñanzas de su maestro, llegar a perpetuarse en el poder. Tampoco es difícil suponer esto, porque a Maduro se le nota la ineptitud por todos los poros.
Claro que ese hecho no aclararía el ambiente, porque según ya lo ha dado a conocer el militar-político, parece que no va a permitir que se le sigan haciendo donaciones de petróleo a los amigos tan conocidos, y más bien va a preferir repartir ese dinero, que no es cualquier bicoca, entre los militares amigos que no dudarán en apoyarlo incondicionalmente a cambio de que los ríos de leche y miel, que también regalaba con tanta generosidad Chávez a los Evos, Correas, Ortegas y a la Kirshtner, ahora se quedarían en casa repartidos entre ellos mismos.
Chávez tuvo algunos destellos de sensibilidad social y eso fue lo que le dio a Maduro la oportunidad de conseguir el 50% de los votos, pero la situación en que dejó a su patria es lamentable, y en muy pocos días el panorama va a estar aún más cargado de tempestad.
Insisto en que la desaparición de Chávez nos traerá más dolores de cabeza que bienestar, y nos podemos ir preparando para enfrentar otra vez situaciones más difíciles que las que vivimos cuando Uribe y el fallecido comandante se mostraban los colmillos.
P.D.: Editor de periódico: persona que vive una especie de batalla espiritual, enfrentando los proyectiles de odio en la proa y los torpedos de la indiferencia en la popa.
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