Ciertas enciclopedias, copiándose del diccionario de la Real Academia, solo le gastan al martes una tacaña definición que más parece un epitafio: tercer día de la semana.
No es justo para un día, pobre pero honrado, tener que aguardar toda una semana para convertirse en martes y toparse con tan escuálida definición.
Al menos el lunes, su antecesor, tiene tango compuesto en su honor por el dueto García-Padula. Orlando Cadavid Correa, quien se recupera a paso de gigante, lo recomienda en la interpretación de Carlos Dante. El lunes, dice la melodía, nos anuncia que viene otra semana con su menú jartísimo.
Los detractores-biógrafos del martes, recomiendan no casarse ni embarcarse un día como estos. Y menos si el martes tiene encima el Inri del 13. Martes es un día sin ínfulas, sin ego, nunca aparecerá en las salas VIP de los aeropuertos para airear su vanidad, su importancia.
El martes es deliberadamente discreto para parecerse a san José, cuya fiesta celebramos ayer. ¿Quién vio al carpintero José en algún coctel dándoselas por ser el marido de María? Casi no salía a la calle, no soltaba la garlopa. Amaba la madera, la única amante que se permitió.
Por eso José es el padre y patrono de los maridos casados con mujeres importantes. Son mariditos regidos por esta norma: en esta casa se hace lo que yo obedezco.
Dos ejemplos: El marido de la Reina Isabel II de Inglaterra, y la costilla de Ángela Merkel, de Alemania. Ambos tienen la quincena asegurada. Viven frescos. No les duele una muela. Tampoco morirán del estrés que genera tener que levantar para los garbanzos.
Al martes le gusta caminar callado la boca sobre las puntas de los pies de los segundos para no despertar al Ángel de la Guarda, que se toma el compensatorio ese día, por eso, porque nada interesante sucede.
Si en los edificios deja de existir el trece, el calendario tampoco debería tener treces en su prontuario de minutos.
El reloj no es agüerista pero tiembla cada vez que da las 13 horas, 13 minutos, 13 segundos. Da esa hora y se "ponciopilatea" las manos para curarse en salud. Los martes 13 como el que se ve venir en mayo, pagan escondederos a peso.
Hay martes que salen del anonimato cuando se levantan con cara de lunes. Este ocurre cuando el lunes se viste de feriado. En estos casos, es de los pocos días que si los martes tuvieran cara, se parecerían a un paleontólogo.
En tiempo normal, martes es un bostezo de 24 horas. Es de 72 horas en los puentes Emiliani entre el sábado y el miércoles, cuando la semana empieza a adquirir estatus.
Martes se llama así en honor de Marte, dios de la guerra. O sea, que en rigor, es una jornada para hacer la guerra, no el amor.
El martes es el único día de la semana en el que el periódico sufre de anorexia y cabe por debajo de la puerta de la casa. ¿Qué pasa? Que el diario apenas trae noticias y mínima publicidad para ira mala y dolor de cabeza de los gerentes. No es culpa del martes, sino del lunes, pero le echan el muerto al pobre martes. Todo lo del pobre es robado…
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