Dedico este artículo en homenaje a todos los maestros de Colombia, a aquéllos que ejercen esta noble tarea con la mística y el amor que ella misma demanda, a todos los que hemos entendido como Pericles, que si bien los arquitectos, los escultores y los ingenieros eran muy importantes para Atenas porque embellecían la ciudad, cuanto más lo eran los maestros que transformaban y embellecían el alma de los atenienses.
El pasado día 15 de mayo se celebró en Colombia el Día nacional del maestro: En estos tiempos, en que su figura está tan golpeada por la política educativa y tan poco valorada por la sociedad, quiero exaltar algunas características de esta labor que, a decir verdad, sería imposible de vivenciar de no hacerlo con la pasión y con la evidencia de nobles virtudes que hacen de ella misma, más que una profesión, una vocación.
Ser maestro es difícil porque, al estar inmerso en la cultura neoliberal donde prevalecen el individualismo, la competitividad, el eficientismo, la privatización, el imperio del mercado, el maestro se dedica a cultivar el saber, el respeto, la dignidad y la solidaridad con los más débiles. Porque desarrolla una tarea de enorme dificultad como es hacer amar el conocimiento, en una sociedad obsesionada con el dinero, el poder, el placer y la fama. Porque la presión social es cada día mayor; porque a él y a la escuela se le asignan cada día mayores responsabilidades, ya de la familia, ya del gobierno; además, la sociedad espera y exige de él, que responda a todas las necesidades de formación, como la paz, el consumo, la imagen, la seguridad vial, la convivencia, el ambiente, los valores… con escasa formación, por menor sueldo y con peores condiciones. Porque su tarea es, cada día, más difícil, ya que los alumnos tienen distractores muy potentes en los medios de comunicación, en la Internet, en la televisión, en la calle, en la discoteca, en las drogas, en el alcohol, en la delincuencia, aún en su familia, si existe...
Porque, a veces, tiene que tratar de enseñar a quienes no quieren aprender, y además, a toda costa se empecinan en que los otros tampoco aprendan. Porque algunas familias entienden que el deber de los docentes es hacer toda la tarea que ellas no pueden, o no saben, o no quieren hacer en las casas. Porque algunos padres y madres han perdido el rumbo y se han convertido en jueces, policías, espías o verdugos de los docentes. Porque el marco normativo de la educación en Colombia no favorece el ejercicio de la función pedagógica y, en cambio, sí estimula el eficientismo.
Ser maestro es complejo porque su tarea es enormemente difícil, ya que consiste en ayudar a que otros aprendan por sí mismos a pensar y a convivir; que sean aprendices permanentes y autónomos. Dice Holderlin, que los educadores forman a sus educandos como los océanos forman a los continentes, retirándose…
Porque para realizar esa compleja y sublime misión, la más delicada que se le ha encomendado al ser humano en la historia, recibe una preparación que no se compadece con la dignidad de su oficio, pero, además porque no se le cualifica en forma recurrente; porque trabaja en instituciones cada día más complejas, en las que existen serias dificultades de espacios físicos, disputas de poder, carencia de servicios especializados complementarios y altísima presión social. Porque su excelsa profesión no está suficientemente valorada por los agentes sociales y por la ciudadanía, en general. Para la muestra esta lapidaria frase que en mal momento acuñó Bernard Shaw: "Aquí, el que sabe hace y, el que no sabe, enseña"...
Porque cada año, después de aprender a querer a sus alumnos y a ser querido por ellos, después de conocer sus potencialidades y limitaciones, debe separarse de todos para empezar de nuevo el proceso de la conquista afectiva de otro grupo diferente.
Porque los conocimientos se multiplican vertiginosamente y él tiene el deber de estar al día o, incluso, en el día de mañana; además, porque en esta inmensa responsabilidad se le deja totalmente solo sin el apoyo del Estado. Porque, en otros oficios, el mejor profesional es el que mejor manipula los materiales con los que trabaja, en cambio en la docencia, el mejor maestro es el que más emancipa, es el que más libera.
Ser maestro es apasionante porque su tarea por naturaleza es optimista, es esperanzadora, ya que parte del presupuesto básico de que el ser humano puede aprender y que nosotros podemos ayudar a conseguirlo. Porque su trabajo está esencialmente basado en emociones y sentimientos; en esencia, educar es un acto de amor: "Corazones, no solo cabezas en la escuela", clamaba en el título de uno de sus libros Alexánder Neill. Porque su tarea consiste en trabajar con personas y se realiza en equipo. Porque, es preciso desempeñar el oficio con pasión, y el Maestro es un ser apasionado. Porque su tarea es un reto permanente y una constante y renovada aventura.
Ser maestro es hermoso porque él hace con los alumnos lo que la primavera hace con las flores, acompañarlas a que muestren sus naturales esencias. Porque serlo, no es un oficio, no es una profesión, es una vocación, es una opción de vida, es una forma de ser, es una manera de vivir. Es una forma especial de estar en el mundo…
Porque rescata del contenedor de la basura de la sociedad, conceptos como dignidad, nobleza, respeto, decencia y honestidad. Porque trabaja con la mente, el corazón y el cuerpo de las personas, buscando hacerlas más inteligentes, más justas y más felices.
Ser maestro es ser inmortal porque la tarea de enseñar es un ejercicio de inmortalidad, de alguna manera seguimos viviendo en aquellos cuyos ojos aprendieron a ver el mundo a través de la magia de nuestra palabra… Por eso, "el profesor nunca muere", dice Rubem Alves en su expresiva obra "La Alegría de Enseñar".
Es inmortal porque cosecha frutos en sementeras próximas, pero también lejanas: frutos de aprendizaje, de gratitud, de imitación, de felicitación, de emociones.
¿Cuántos maestros se han inmortalizado en nosotros mismos? Grandes lecciones, acertados consejos, simpáticas anécdotas, apasionados discursos, en fin, son generosas las formas como los maestros signan su huella indeleble en la historia de nuestra vida.
Por todo ello, por todo lo que le han entregado a la historia de nuestro país: ¡Gracias, muchas Gracias, Maestros de Colombia!...
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