A raíz de un controvertido contrato de la alcaldía de Bogotá con los dueños de una ‘deslumbrante’ máquina tapahuecos, celebrado con el propósito de efectuar el reparcheo de las martirizadas calles capitalinas, salió a flote el antiguo y expresivo verbo remallar. Bueno, resulta que el aparato destinado a remallar la red vial empezó a fallar a las primeras de cambio. En cambio, eso nos permite evocar grandes recuerdos de tiempos anclados en una lejana infancia.
Cada época escribe de su puño y letra la historia del acontecer cotidiano y de las costumbres sociales. Por entre las inmensas grietas que amenazan de muerte la memoria, logramos recordar la forma como se describían con esmero artesanal las cosas elementales que componían el entorno familiar, las actividades humanas que tenían cuerpo y alma, los oficios ancestrales que le daban dignidad y categoría al concepto de servicio, la manera coloquial de anunciar los productos o faenas mediante rótulos simples y directos.
Ahora, ni siquiera hay originalidad ni innovación. En el trillado letrero "Minutos a todos los operadores" quedan retratadas las prioridades y urgencias de una sociedad incomunicada, desconectada, apurada, desesperada, robotizada y sin imaginación. Merced al azote inmisericorde de la telefonía móvil, ya nadie puede otorgarse una pausa o el tiempo prudente para llegar al destino, sea este la casa o el trabajo. Se impone el espectáculo de vociferar instrucciones en plena marcha, de narrar el recorrido, de publicar la vida íntima, de proclamar sandeces, en fin, de hablar por hablar sin importar el sitio, el transporte, el riesgo, la hora o el tumulto. Los celulares se han transformado prácticamente en estridentes megáfonos con los que se pregonan a voz en cuello los asuntos más grotescos y absurdos. Las comodidades modernas traen grandes perjuicios para la cultura, el respeto, la educación, la civilidad y la convivencia, en pocas palabras, erosionan la disciplina social. Anteriormente las cosas eran en otro tono y a otro precio.
Por hablar de los "Minutos…" estábamos perdiendo el hilo, porque la idea es rescatar del olvido un servicio clásico y su respectivo aviso: Se remallan medias. Las nuevas generaciones difícilmente podrán dilucidar el sentido del mensaje, porque las medias veladas para mujer son una rareza en la actualidad, máxime cuando las damas se han enfundado definitivamente los pantalones, para decirlo tanto de manera literal como figurada. Las remalladoras de medias eran juiciosas costureras que dominaban el arte de reparar el tejido de las vulnerables medias de nylon, a las que con alguna -o mucha- frecuencia se les iba un punto. Las ilustres curadoras estaban provistas de un agudísimo ojo ‘biónico’, de la fibra, de las agujas de rigor y de un artilugio esférico de madera, o en su defecto un bombillo, elementos con los que les devolvían la vida útil a las valiosas medias, ya que por la época todavía no se habían impuesto los ordinarios artículos desechables.
Pero vayamos a los rudimentos de la moda. Mucho antes de imponerse la terrible uniformidad de las mujeres con pantalón -además de la deplorable ceremonia de verlas subiéndoselos a cada paso-, era usual verlas femeninamente vestidas con batas, faldas o vestidos sastre, bellos atavíos que se complementaban con la fina coquetería de las medias y la mágica complicidad del liguero. Después fue el momento del revolucionario invento de la media pantalón, un esperpento que les dio a las damas una extraordinaria comodidad, aunque también debían remallarse, ya que el material era el mismo. Excepcionalmente, los pantalones estaban reservados para ocasiones especiales, pues los ‘slacks’, jeans y también los ‘pescadores’ se usaban en los tradicionales paseos o en actividades que requerían la libre movilidad de las usuarias.
Como recordar es vivir y no cuesta más, no olvidemos que el renombrado anuncio de Se remallan medias no era el único. Había más: Se teje paño, Se cogen ruedos, Se forran botones, Se hace zigzag, Se hace costura invisible, Se hacen ojales, Se voltean cuellos y Se almidonan camisas, entre otras magníficas curiosidades como Venta de’laos. Y eso es todo por hoy, porque se cierra temporalmente esta tienda de antigüedades.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015