Qué amarillez. Qué tono. Qué efectos especiales. Y un lobo disfrazado de payaso con buenas intenciones.
Aunque no la recomiendo. Son como cuatro presentaciones en domingo familiar, pero con la primera del pasado fin de semana fue suficiente para saber el engaño que serán las próximas. El programa "Séptimo día" del canal Caracol en contra de la adopción internacional es indignante. Se le nota la maldad. El enfoque con el que presenta los hechos demuestra cómo sufre este señor Manuel Teodoro, de una falta de criterio vergonzosa.
No más la presentación y el nombre: Niños made in Colombia. Con música de terror aparece esta frase sobre un pasaporte. Lo más miedoso es cuando un sello le pone la palabra "Adoptable" con su tinta tenebrosa.
Luego empieza la sarta de mentirosas interpretaciones. Entrevistan a una joven pareja francesa que adoptó un niño en Colombia, y quién sabe cómo serían las preguntas, que ellos las contestaban atemorizados como acusados de un delito, cuando lo único que hicieron fue darle amor a un niño que nadie quería en Colombia. El papá dijo que el proceso de adopción les había costado doce millones de pesos. Y los presentadores repetían la ínfima cifra como si fuera una cantidad asombrosa, mientras decían que "se supone que adoptar es gratis". Es tan malévolo el cuento que nos quieren hacer creer que esos papás son víctimas de una red internacional de tráfico de niños cuyo cerebro es el ICBF.
El francés se defendió explicando que eligieron nuestro país porque es más corto el trámite, solo tres años, en Francia son siete u ocho. Contó que durante el proceso les piden información personal y financiera. Y el programa de marras sugiere que esta investigación la hacen para calcular cuánto les pueden sacar por un niño, y luego dice que estos padres engañados tuvieron que ‘desembolsar’ $1.000 euros a los ‘intermediarios’ en Francia y $2.500 dólares en Colombia, a unos abogados expertos en trámites de adopción.
Los intermediarios en Francia, son agencias de adopción que pertenecen al convenio de La Haya, y esos abogados, señor Manuel Teodoro, son profesionales especializados en derecho de familia, quienes para obtener este título estudiaron diez años por lo menos, y en vez de dedicarse a defender culpables, llevan procesos de adopción que les restituyen a los niños el derecho a tener una familia. El proceso dura años, la sentencia de adopción se demora meses en los juzgados, los papeles que hay que presentar son innumerables, el cuidado que requiere solo puede tenerlo un profesional. Ellos no se ‘lucran’ como usted dice, reciben honorarios, porque para eso estudiaron, para ganarse la vida. ¿Comparado con su sueldo, le parece desorbitante que un abogado especializado cobre cinco millones de pesos?
Dice en el programa que 10.000 niños fueron declarados en adoptabilidad el año pasado y que 2.000 de éstos fueron adoptados por extranjeros. Que en este momento hay 127 solicitudes de adopción por parte de colombianos y 3.000 del exterior. Datos que son ciertos, al igual que el cálculo de los nueve millones que le vale a Bienestar Familiar mantener un niño al año. Pero lo absurdo es que el señor diga que la adopción es un buen negocio para el ICBF: "Adoptar cuesta, y existen parejas dispuestas a pagar por ver sus sueños hechos realidad".
Quiero decirle que el ICBF no recibe un peso por estas adopciones. Que todavía hay 8.000 niños esperando encontrar una familia, y si solo se permitiera la adopción de los 127 colombianos que la solicitaron, quedarían en Bienestar 7.873 niños. Y si se acepta la solicitud de los 3.000 extranjeros, todavía serían más de 4.800 niños sin hogar, viviendo en instituciones y con madres sustitutas. Debería hacer la cuenta de lo que le vale a Bienestar velar por nuestro niños, no de los cinco millones que "se quedan en los bolsillos de los abogados".
Hay que ver como hizo llorar a esta francesita, que le decía entre lágrimas y miedo: "Pueden estar seguros que le daremos todo lo necesario para que sea una persona feliz. Gracias por habernos dado este regalo de vida".
Luego entrevista a una joven colombiana adoptada que vive en el exterior y quiere encontrar a su mamá biológica. Pinta la situación como si a la niña la hubieran secuestrado y separado de su maravillosa madre. La entrevistada dice: quiero encontrar a mi mamá para saber de dónde vengo. Ella se llama Luz Dary, la apodan "La Chunca" en el barrio Restrepo... tengo cicatrices en mi cara que tal vez ella pueda recordar.
En este cuento, según el tipo este, las víctimas son los padres y el verdugo es el ICBF que trafica con nuestros niños. Es inconcebible que tenga dudas de que a ese niño en Francia o a esta niña en donde esté, les va a ir mejor que a los 8.000 que se quedan aquí.
Si es tanto el deseo de salvar a nuestros menores de las redes de esta mafia ¿por qué el señor Teodoro no adopta al menos uno de los 8.000 de difícil adopción que aún quedan en el ICBF? ¿Por qué en vez de echarnos cuentos como "Niños made in Colombia" no se inventa uno que se llame "El ataque del lobo feroz"?
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