No sé si reírme, volver a creer, ilusionarme o definitivamente seguir escéptico como lo he sido durante toda la administración de esta Fiscalía, con la manifestación de investigar seguimientos e interceptaciones a periodistas destacados. Todos los que fuimos alumnos del señor fiscal lo recordábamos como un académico defensor de las garantías, ponderado y alejado de las injusticias, reflexivo. Sin embargo, como al Dr. Jeckill le llegó su míster Hide, persiguió mujeres que defienden su derecho a autodeterminar su reproducción, se va jurídicamente lanza en ristre citando a interrogatorio a abogados que no se regalan a la Fiscalía, promulga el derecho a la libertad, pero sus fiscales lo incumplen a diario pidiendo medidas restrictivas de la libertad para todos y por cualquier delito, casi ya sin excepciones, crea una universidad sin sentido, y, cuando no puede controlarla se va como un león contra su presa, contra sus directivos, otorga contratos por mas de un millón de dólares a personas que no son idóneas para cumplir el objeto; y en cambio, a los fiscales que llevan 30 años estudiando el tema del conflicto colombiano, persiguiéndolo y judicializándolo les quita investigadores, no les amplia el presupuesto, pone dificultades a sus viáticos y desplazamientos.
Los ascensos en la Fiscalía no son por méritos en su totalidad, o qué pensar que la exauditora como fiscal delegada ante el Tribunal, sin conocimientos en el derecho penal; despachos con una congestión de más de 900 procesos sin computadores adecuados, sin papelería, despachos ausentes de recursos humanos que ayuden en la investigación, en fin...
¿Una Fiscalía que ha sido descuidada en el respeto de sus contradictores, con la mujer, con los litigantes es la que va a dar garantías para investigar los seguimientos ilegales a Vicky Dávila, su equipo investigativo, a la nena Arrázola y a Claudia Morales? Será la Fiscalía que citó a María Isabel Rueda a entrevistas precisamente por sus reportajes la que salga ahora a hacer creer al pueblo que defiende la libertad de prensa y el derecho de opinión.
Los desaciertos del ente acusador y su director no terminan aquí, se ha dedicado a perseguir con denuncias a los jueces que no les dan la razón, crucificarlos como hicieron con la jueza Teresita Barrera por ser garantista, o cada vez que dejan en libertad a una persona imputada por errores propios de la policía judicial, o de los mismos fiscales, la respuesta no es enmendar la equivocación sino tratar de responsabilizar, incluso tratar de enlodar al funcionario. Esperemos que al final de su mandato el señor Montealegre, el profesor que llegamos a admirar, reencuentre el rumbo que perdió, encuentre sombra para tapar la luz que lo cegó, es poco tiempo pero nunca es tarde para enderezar el camino.
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