"Entrega una empresa competitiva y eficiente, que le dan oportunidad de fijar estrategias para ventajas competitivas, v.gr. el agua, la ubicación geográfica, la altura, etc. Expresa que otra ventaja de la ILC es que es la única fábrica de licores que produce su propia materia prima, el alcohol, lo que le permite responder en debida forma ante la demanda de Ron, producto que va en crecimiento en ventas". Este es un aparte del acta 25 de la reunión de Junta Directiva de la Industria Licorera de Caldas celebrada el 18 de diciembre de 2007 y en la cual el entonces gobernador Emilio Echeverri rendía las últimas cuentas de su administración (Gobernación-Gerencia-Junta Directiva) en esta empresa. (Ver acta: https://www.dropbox.com/s/97dw5gcz2kd6ejs/ACTA%2025%20DE%20DICIEMBR%2018%20DE%202008%20ULTIMA.doc).
Se podrá decir que los planteamientos corresponden a épocas pasadas, en administraciones pasadas pero, con solo leer el acta, se comprueba que tres miembros de esa Junta Directiva (tres, de cinco) corresponden a tres de la actual, por lo que no parece explicable que lo que antes fuera considerado como "ventaja", hoy se sacrifique a sabiendas de que puede significar la estocada final de la industria. Me refiero a la decisión que ha tomado la ILC de cerrar la destilería por un año, aduciendo razones ecológicas y de contribución al medio ambiente. ¡Nos creen estúpidos!
La ILC implementó hace varios años un Departamento Ambiental que ha venido desarrollando serias investigaciones tendientes a la producción limpia y a la descontaminación de las quebradas que la surten, por efectos de los vertimientos contaminados. Miles de millones de pesos se han invertido en esta causa y no es justo que ahora, cuando hay un propósito colectivo y una unión entre las industrias de la zona, la única empresa que decida cerrar, en lugar de solucionar, sea propiamente la ILC. Y sería risible, si no fuera tan trágico y tan pestilente. Preciso en el momento en el cual la administración de la empresa desecha contrataciones millonarias que la podrían oxigenar; preciso en el momento en el que hay vastas zonas descubiertas, olvidadas y descuidadas; preciso en el momento en el que los mercados son invadidos por la competencia; preciso en estos momentos se decide cerrar la producción autónoma de materia prima que le puede garantizar la calidad de unos productos reconocidos y, por ende, la permanencia competitiva en los mercados. ¡Qué coincidencia!
Se argumenta que esta es una planta que solo se prende por ciclos periódicos y que sus costos son enormes. ¡Claro! Si la empresa no vende no tiene para qué producir; y si la empresa no produce no tiene forma de aumentar la agresividad en los mercados. Es decir, se ha metido en un círculo vicioso originado más en la indolencia y la desidia administrativa que en las fuerzas exógenas. Y, en la práctica, nos están llevando a lo que hemos pronosticado: una empresa disminuida, deprimida y devaluada que terminará en manos de nuestros vecinos a precios ínfimos, para amanecer, ya en sus manos, valiendo cien veces el valor invertido. Tenemos el espejo de la Chec y otras empresas que, por decisión de los mismos protagonistas caldenses, han sufrido esa trágica suerte.
Y como sé que estas posiciones aíran al gobernador Julián Gutiérrez, le digo que aquí no se trata de rencillas personales, ni de "tacar burro", ni de persecución a nadie por motivos infundados. Se trata de hacer una defensa solitaria de una empresa que nos duele a los caldenses y que, así sea como constancia histórica o para tranquilidad de conciencia, la tenemos que emprender. Le tengo que decir además que cuando quiera le envío los artículos del suscrito relacionados con otras administraciones que pusieron en peligro la estabilidad de la empresa, advirtiendo que, tal vez nunca, el peligro al que la sometieron fue tan grande como por el que ahora atraviesa. Antes, al menos, había sentido de pertenencia y ganas de construir y permanecer con la Industria en marcha. Hoy, los propósitos apuntan a otro norte.
Tengo conocimiento también de que se está buscando el apoyo de los gremios y de las "altas personalidades" caldenses para la defensa de esta administración. Y me pregunto, ¿por qué, y para qué? ¿Acaso no hay argumentos contundentes para defenderse? ¿Por qué acudir a las acostumbradas presiones de los poderosos si las cosas están tan claras? Y, como sé que este apoyo no se hará esperar, y conozco los métodos que suelen utilizar, les tengo que advertir que ya en mi contra lo han hecho todo porque he luchado de frente, poniendo la cara y utilizando mi nombre y que, como solo les falta silenciarme definitivamente, les quedará muy fácil porque mi vulnerabilidad es absoluta. ¡Aquí estoy!
Y un último mensaje para el gerente de la ILC, Bruno Seidel Arango: A Usted se le contrató como gerente de la empresa y no como liquidador. No es posible que se le haya entregado la Industria Licorera de Caldas y Usted devuelva la Embotelladora Licorera de Caldas. Los valores entre la una y la otra tienen una diferencia abismal. Aunque, visto así, el posible comprador de la empresa se sentirá eternamente agradecido con esta administración. ¡Y los caldenses callados, resignados e indiferentes! Por eso mi insistencia en este tema: porque el silencio no puede ser total. ¡Pobre mi tierra!
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