El archivo de la indagación preliminar que cursaba en la Procuraduría en contra de Mario Aristizábal Muñoz, por las presuntas presiones y direccionamientos de contratos en Inficaldas cuando fungía como gerente Luis Bernardo Ocampo, tiene un peligrosísimo fondo que nos lleva a manifestar la preocupación por lo que pasa en esta región, cuando espurias entidades como la Corporación Cívica de Caldas se ensañan contra las personas y se alejan de la objetividad con el fin de destrozarlas.
No se trata aquí de entablar una defensa de lo que pasó o no en la administración Aristizábal, pues ya los estrados judiciales y los entes de control tienen suficiente material para pronunciarse en su oportunidad. De lo que se trata es de manifestar la preocupación por la forma como irresponsablemente procede la CCC quien, sabiendo que tiene un eco mediático de grandes proporciones, hace uso de consejas, pasiones, chismes y apreciaciones ligeras y va arrasando con la honra, la credibilidad y la estabilidad de personas e instituciones que no son de su agrado o no son sus aportantes o protegidos.
Tal vez los cuatro años más tortuosos para nuestro departamento fueron los del anterior gobierno. Y no propiamente porque cundiera la corrupción o porque nos hubiéramos inundado de maleantes y estuviéramos rodeados de hampones o criminales. ¡No! Fueron los más tortuosos porque todo se satanizó; porque entidades como la mencionada se solazaban con escándalos mediáticos infundados y se paraban en sus palcos a ver cómo caían sus enemigos mientras nos truncaban las oportunidades; porque utilizaron los medios de comunicación como patíbulos por donde desfilaban sus condenados, de quienes solo quedaban pedazos sangrientos que luego eran mostrados como trofeos.
El tiempo nos está dando la razón. En su oportunidad esto mismo se dijo y se advirtió, y fueron capaces de voltear las denuncias tratando de desestimarlas porque supuestamente obedecían a intereses personales, que nunca hubo. Primero ocurre la desvinculación judicial de los actores de supuestas irregularidades en Aerocafé, con el fatal resultado de una gran dilación en la obra y el riesgo inminente de abortarse si no se recupera su credibilidad. Y la coautora de este escándalo no fue otra que la CCC, quien hoy guarda silencio y se agazapa pusilánimemente. Ahora ocurre el archivo del proceso en contra de Mario Aristizábal, cuando la Procuraduría se percata de que todo lo dicho carece de fundamento y no encuentra una sola prueba. Y aquí también, curiosamente, está metida la mano de la CCC. ¡Qué peligro!
La sociedad civil no puede permitir que la Corporación Cívica siga abusando de su poder y destruyendo impunemente a las personas con tanta desfachatez e irresponsabilidad. Bien lo dice Luis Bernardo Ocampo: "Trabajé en equipo con la Corporación Cívica de Caldas" en unas acusaciones apasionadas que le aplaudieron y que solo lo llevaron a ser el trompo ‘puchador’ en la campaña politiquera y perversa que esta entidad emprendió en los últimos cuatro años. Pero además dice que lo dejaron solo. ¡Claro! Ellos tienen que ser conscientes de que, en los estrados judiciales, la única compañía válida son las pruebas; pero lo impulsan, le dan coba, lo instan a que genere escándalos, lo acolitan en sus desvaríos y luego, cuando está encartado hasta los tuétanos, queda solo el soñador y destruido el enemigo de la entidad.
Por este tipo de actuaciones y por la inconsciencia, irresponsabilidad, perversidad y ligereza en las actuaciones, la Corporación Cívica de Caldas pierde cada vez más su credibilidad y se ahoga rápidamente en su propio desprestigio. Estos desafueros que nos traen destrucción colectiva, comercial, empresarial, ética, y profesional, y que ocasiona desazón y pérdida de oportunidades a toda una región no pueden quedar impunes. Tiene que haber alguna sanción, por lo menos moral, para estas actuaciones perversas que la CCC ha asumido como costumbre.
Y, repito, no es por tratarse de la persona de Mario Aristizábal; es porque se trata de un ser humano que merece respeto y que no puede ser destruido por el antojo personal de unos enemigos que se amparan en una entidad cuyo norte ha desaparecido. Las graves acusaciones que se profirieron en contra del individuo Aristizábal, minaron su imagen, su honra, su credibilidad para, después de dos años y medio de habladurías, conjeturas y comentarios aumentados, se venga a concluir que todo fue una farsa. ¿Quién restaura el daño causado? Hoy el perjuicio se le causó a Mario Aristizábal. Mañana podremos ser cualquiera de nosotros. Y si no actuamos de una vez, el día de mañana no tendremos autoridad para reclamar por las injusticias que se cometan en nuestra contra.
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La marcha de los deportistas del pasado miércoles nos llama a reflexionar sobre el estado en que se encuentra el deporte en Caldas. Tienen toda la razón los deportistas en sentirse abandonados, pues son muchos los casos de personajes destacados a quienes les toca refugiarse en otros departamentos para participar en torneos de importancia. Pero tal vez el problema no es la falta de recursos, sino una estructura en la cual los dineros se dilapidan en burocracia en las presidencias y administradores de las ligas y en deficientes entrenadores que son contratados por recomendaciones politiqueras. Y cuando van a ver, los dineros para los deportistas ya se han agotado. Bien haría el nuevo Secretario de Deportes en analizar esta situación y encontrar la solución definitiva para evitar esta fuga de talentos que hoy padecemos.
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