Se realizaron las elecciones para Congreso de la República, sin que se presentaran mayores sorpresas. En general sigue siendo la misma ratonera que ha sido siempre. Es el recinto sagrado, que politiqueros baratos han convertido en un gallinero donde casi todo huele mal y donde casi nada se hace bien.
No hay mayores sorpresas. Exceptuando la bancada elegida por y para Uribe, que en un acto de malabarista, fundó el "Uribe Centro Democrático", cambiado después por el "Centro Democrático", que evidentemente no es de centro, conociendo que es de derecha y de la extrema y que de democrático no tiene sino el nombre. Otra basura política que se suma al relleno en que convirtieron el Congreso de la República. Un verdadero templo a la adoración de una personalidad bastante cuestionada por cierto, con muchos rasgos sociópatas y no pocos rasgos psicópatas. En fin, la locura política en entrega de última edición.
¿Qué podemos esperar los colombianos de semejantes legisladores? La verdad, no mucho. Los políticos, con contadísimas excepciones que confirman la regla, están más interesados en su beneficio personal, en el lucro que pueden obtener al ocupar esos puestos de lección popular, desde los que hacen y deshacen leyes a su antojo, sin control ciudadano, muchas veces en contravía de los verdaderos intereses de la Nación.
En medio de esa ratonera, de ese cúmulo de raposas salen a relucir algunos congresistas que son los que verdaderamente representan los intereses de los que allí los llevaron, para que los representaran. Ellos darán los debates serios, en medio de tanto payaso, de tanto circo, de tanto espectáculo de bufones y guasones.
El problema está en que esas mayorías indecentes que pululan en el nuevo parlamento serán las encargadas de aprobar leyes y agregarle micos a un congreso ya bastante desprestigiado y corrupto.
Es tal la cantidad de congresistas que harán parte de esa corporación que están siendo investigados, se encuentran vinculados y tienen nexos con los ilegales, que no podemos esperar que legislen en forma decente. Será la reedición del tango Cambalache, elevado a la condición de himno nacional, de una corporación que tenía que ser transparente, acrisolada, prístina.
Allí tendremos al Centro Democrático, con una bancada de desconocidos, siguiendo como marionetas, las órdenes del gran patrón, el rufián de esquina, que será acolitado nada más y nada menos que por el fabulista del Tiempo, ese que inventa historias y las escribe como ciertas, en un verdadero elogio a la falta de pudor y de rectitud. En fin, una caterva de personas con morales maleables al gusto de su jefe, que será quien diga qué se hace y también qué se dice. Pachito Santos no sabe de la que se salvó, con la determinación autocrática y dictatorial de su venerado amo.
En los partidos liberal y conservador, hay poquísimas personas intachables, al lado de muchos bandiditos de cuello blanco, que no saben nada distinto a vivir de los dineros públicos. Como bien lo dijera alguna vez Álvaro Gómez Hurtado, son grupos de liberales malos y conservadores desteñidos. Solo que ahora son peores
Para la muestra baste nombrar a Arturo Yepes Alzate, una momia política, una verdadera carranga política resucitada, que llegó al Senado nombrado pero no elegido, contradiciendo lo que era su lema, cuando se ufanaba, con vana gloria por supuesto, de que él era elegible pero no nombrable. Su caudal electoral es tan ínfimo, que da vergüenza tener congresistas elegidos por poco más de 20 mil votantes. Ese politiquerito barato, juró un día que no era Conservador para poder acceder a la Cámara de Representantes. Pero la verdad nunca ha sido algo distinto a un alfil del conservatismo yepista.
Ni siquiera vale la pena hablar de Mauricio Lizcano, que en el decir de su padre es un hombre que no sirve para nada. Uno ya no sabe, si ese Senador cenador, es representante por Caldas o por Antioquia, a donde fue invitado por un político de la región, al que le quitó toda representación y el caudal votante. Una verdadera raposa política.
En fin, asistimos a un nuevo espectáculo circense, en el que muchos payasos representarán la tragicomedia de nuestra realidad política, una verdadera vergüenza institucional que le cuesta mucho dinero al Estado, que por supuesto lo saca del bolsillo de los contribuyentes.
Esperemos que los que tienen algún valor moral y fuerza intelectual, puedan dar batallas en medio de ese retrete, para que los colombianos no tengamos que seguir viviendo la indecencia de la política, madre de todos nuestros males.
Que estos mayordomos nombrados en las regiones hagan algo para cumplir la razón por la cual sus patrones, los ciudadanos, los nombraron, para encargarse de cuidar esta Colombia, convertida en feudos, con muchos colombianos, la mayoría viviendo en la pobreza absoluta, sin que a los majaderos que nombraron para que los gobiernen, se les dé nada.
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