Ayer se conmemoró un nuevo aniversario del día de los Derechos Humanos. Sobre éstos hay diversos orígenes tanto en occidente como en oriente, remontándose a las épocas de Grecia y Roma, y, al Código de Hamurabi que describió la reconocida Ley del Talión, o sea la proporción del castigo con relación a la acción no deseada. Inclusive se menciona que los Diez Mandamientos, entregados al pueblo a través de Moisés, contienen instrucciones sobre derechos humanos como la perentoria orden de No Matarás. Desde principios del siglo II, cuando comenzaron a reconocerse de una manera oficial los límites entre el Estado y los súbditos, se fue estableciendo un orden en las relaciones de ellos. Posteriormente en 1619 y 1689, se afirmaron los derechos de los seres humanos, constituyéndose ambos documentos los antecedentes de las modernas concepciones de los derechos de las personas.

Los razonamientos de Charles Montesquieu y Juan Jacobo Rousseau han sido fundamentales en la comprensión de los factores que conducen a la negación de los Derechos Humanos. La Revolución Francesa fue determinante en la proclamación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Con los derechos individuales se establecieron las bases para los colectivos en los cuales las revoluciones mexicana y rusa han sido ejemplos. En Colombia hay que recordar a don Antonio Nariño y en los Estados Unidos de Norteamérica, la Declaración de Independencia de Thomas Jefferson.

Entre los derechos de los seres humanos se encuentran aquellos que pertenecen a la categoría de sociales y entre éstos se hallan los relativos a la salud. En el 2002, Kofi Annan, Secretario de las Naciones Unidas, escribió: Deseo que la salud se deje de considerar como una bendición esperada, y se conciba en cambio como un derecho humano por el que se ha de luchar.

Pero hay que hacer una precisión para tener en cuenta, mucho más en un país como Colombia en donde la atención en salud de sus ciudadanos se ve violentada por diferentes factores.

Lo escrito por Mary Robinson, Alta Comisionada de las Naciones Unidas, es nítido en la comprensión de lo que debe buscarse y obtenerse: Derecho a la salud no significa derecho a gozar de buena salud, ni tampoco que los gobiernos de países pobres tengan que establecer servicios de salud costosos para quienes no disponen de recursos. Significa que los gobiernos y las autoridades públicas han de establecer políticas y planes de acción destinados a que todas las personas tengan acceso a la atención de salud en el plazo más breve posible. Lograr que eso ocurra es el reto al que tienen que hacer frente tanto la comunidad encargada de proteger los derechos humanos, así como los profesionales de la salud pública".

Pero la Organización Mundial de la Salud, en su carta de constitución en 1948 y luego la Declaración de Alma-Ata y más recientemente en la Asamblea Mundial de 1996, ratificó el Derecho a la Salud, lo que se ha fortalecido por diferentes mandatos elaborados por los países miembros.

La Organización Panamericana de la Salud, OPS, ha publicado un documento de trascendencia en el análisis del alcance del derecho a la salud, la cual se define como: El derecho al grado máximo de salud que se pueda lograr. La traducción de esta afirmación, se debe hacer con referencia a la esencia del mandato expresado por la OPS, el cual establece de una manera explícita: Es la reivindicación que mediante un conjunto de mecanismos sociales -normas, instituciones, leyes y un entorno propicio- se pueda garantizar de la mejor manera el disfrute de ese derecho.

Analizadas las cosas, no queda sino pensar en lo lejos que está el país en los derechos de salud de la población colombiana. Palabras, letras e imágenes por doquier y en cantidad abrumadora diaria, llegan hasta los ciudadanos. Promesas y contrapromesas aparecen como un bálsamo, pero al final representan desilusiones que agreden terriblemente. Lo que se requiere son soluciones inmediatas y mediatas. La espera trae dolor.

Nota: En Caldas no hay ningún Hospital Universitario. Todo está por hacer.