Dice el analista económico argentino Octavio Groppa que la crisis financiera mundial tiene que ver más con un problema moral que a un déficit de regulaciones. Señala que el sistema económico global tenía claro que debía buscar formas de controlarse, sin depender de los gobiernos; de lo contrario los países podrían adueñarse de la banca y las empresas, con el peligro de llegar a formarse naciones totalitarias.
Ahí comienza el cuento de la autorregulación. Un sistema en el que confiando en la ética y las buenas prácticas, todos se podían tapar con la misma cobija. Sin embargo, la ambición, la corrupción y la crisis moral de los ‘duros’ de Wall Street y de los banqueros europeos llevaron a la debacle económico mundial. Una situación que en 2011, según la Organización Internacional del Trabajo, alcanzó los 205 millones de desempleados en todo el mundo (un máximo histórico).
Mientras esta tragedia sucedía, los miembros de las juntas directivas de firmas como JP Morgan escapaban con millones de dólares en el bolsillo o seguían despilfarrando, después de que los gobiernos acudieron a su rescate. Es el caso de Goldman Sachs, que dos años después de que estalló la burbuja financiera del 2008, sus directivas se gastaron poco más de 51 millones de dólares en una fiesta de tres días en Dubai, donde regalaron joyas, champaña fina, bolsos Prada y contrataron una cantidad obscena de actrices porno y prostitutas de lujo para que cumplieran sus más excéntricos placeres.
El movimiento de los indignados cuestionó la ética y la moral de estos personajes. Y los Estados se lavaron las manos diciendo que las normas de regulación estaban, pero se las pasaron por la faja buscando beneficios particulares. El reciente caso de Interbolsa es otro ejemplo de esta situación. La Bolsa de Valores de Colombia le vendió el cuento a todo el mundo de que ellos mismos podían autorregularse y ahora hay mil 260 colombianos afectados y un hueco financiero de 500 millones de dólares, según publicó la revista Semana en su edición del 12 de diciembre de 2012.
La autorregulación es un arma peligrosa donde los afectados son terceros que confiaron en la buena fe de personajes mezquinos.
Y a qué va esto... la semana pasada LA PATRIA publicó una nota titulada Reactivan proyectos en la ladera del Perro (edición 32.430, del sábado 2 de febrero de 2013), en la que mencionan cuatro proyectos urbanísticos en esta montaña que históricamente se ha mostrado inestable.
Torres de Milán, Trébol 81, Torres Picasso, Monticello 2da etapa se llaman los edificios. Algunos ya tienen salas de venta, pero ¿los asesores de venta les han contado a los clientes que esa montaña se sacude como un perro con pulgas, pues por allí pasa una falla geológica? ¿O que se derrite cuando llegan las lluvias? ¿O que en su interior hay bolsas de agua y hay nacimientos importantes para el ecosistema de la zona (el poco que ha sobrevivido al sobrepastoreo)? No lo creo. Es una mala estrategia de ventas.
En verano es una maravilla hacer planes sobre esas lomas, con una vista envidiable a La Florida, La Enea y los Nevados. Pero en invierno a más de uno le da culillo pasar por Expoferias y ser víctima de una avalancha como la ocurrida en octubre de 2008.
En ese entonces Corpocaldas y la Ompad recomendaron a las autoridades locales frenar cualquier proyecto de construcción en esas laderas. Hicieron bien. Incluso se habló de reforestar y recuperar esos terrenos. Ahora el secretario de Planeación de Manizales, José Fernando Olarte, dice que los constructores pueden edificar en esa zona, pues el Decreto 1469 de 2010 lo deja maniatado para "avalar los estudios técnicos en laderas vulnerables, entregándoles a los constructores la responsabilidad de realizarlos con firmas idóneas para presentarlos a las curadurías". Así dice la nota de LA PATRIA. O sea, el decreto permite que las empresas constructoras se autorregulen y con el auge de la construcción que se vive en la ciudad por estos días, ¡le pegaron al perro!
Dice en la nota el ingeniero Javier Rodríguez, encargado de Torres Picasso, que los estudios de su proyecto los está realizando una firma especializada que es garantía suficiente para estar tranquilos. ¡Qué curioso! A comienzos de noviembre pasado el presidente de Interbolsa, Rodrigo Jaramillo, entregó un parte de tranquilidad a sus clientes y señaló que sus activos estaban a salvo. "Todos sus recursos están debidamente salvaguardados en las cuentas bancarias destinadas exclusivamente para ese efecto y en los depósitos de valores respectivos, y en particular en el Depósito Central de Valores". Hoy sabemos que otro gallo canta y que gran parte de ese dinero está refundido en paraísos fiscales y a nombre de terceros. Y en el 2008 los más importantes banqueros gringos dijeron que no existían la tal burbuja inmobiliaria y los "activos tóxicos", que sus planes eran "way too big to fail", que significa "demasiado grandes como para fallar". Y fallaron.
¿Por qué las curadurías municipales permiten que se adelanten estos proyectos? ¿Por qué lo permite la Alcaldía, a pesar de las innumerables recomendaciones que hay sobre el peligro de edificar en esa zona de la ciudad? ¿Dónde está la sensatez y el sentido común de los constructores? ¿Cuánta plata se está manejando allí? ¿Las aseguradoras están avalando estos edificios? ¿A quién pertenecen esos terrenos donde van a levantar las estructuras?
Preocupa que estas constructoras se autorregulen y que crean que pueden escurrir concreto sin miedo sobre las laderas del Alto del Perro. Un perro que, bonito y todo, es de malas pulgas cuando se moja.
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